OPINIÓN: Un cambio en el orden monetario, una encrucijada para Trump y el dólar
Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Síguelo en su cuenta de Twitter @IvanFranco555 .Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) — Estados Unidos vive desde hace décadas dentro de una burbuja económica basada en el precepto “too big to fail”. El origen de su dominio económico yace en el privilegio de tener al dólar como la principal moneda de reserva en el sistema monetario mundial. Para ser precisos, desde 1944 hasta el masivo rescate financiero de 2008, conocido como relajamiento cuantitativo (quantitative easing).
Actualmente, Estados Unidos se encuentra en una encrucijada. Con el cambio de gobierno, el nuevo orden geopolítico y el auge de los nacionalismos, Estados Unidos precipita al mundo hacia la inevitable transformación del sistema económico, de un orden monetario centralizado en el dólar hacia uno multipolar.
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Durante décadas, Estados Unidos orilló al mundo a utilizar y acumular dólares. Por un lado, con una política de altas tasas de interés (hasta los noventa). Y, por otro lado, con un consumo interno insaciable que trastocó su déficit comercial. Además, dolarizando las transacciones de commodities y energéticos a nivel global. Por estas decisiones, el dólar se mantuvo fuerte y el resto de monedas subvaluadas.
Ya en los años 70, el exorbitante crecimiento de la base monetaria de ese país reventó al patrón oro. Hoy en día, la deuda pública y privada de ese país tiene a la credibilidad del dólar en entredicho. Según la Reserva Federal su deuda total es al menos 3.5 veces su PIB (más de 60 billones de dólares). El dólar está anclado a la credibilidad de la Reserva Federal, que sufre por sus engrosados balances con deuda soberana. Y la deuda, a su vez, está respaldada por un gobierno sobreendeudado. Una paradoja de una economía que está sostenida con los alfileres de la credibilidad.
En el contexto del gobierno de Trump, su plan económico requiere continuar con un dólar fuerte. Y un dólar fuerte posiblemente precipitaría a Estados Unidos a una nueva recesión. Paradójicamente, Trump desea un dólar débil para que su país sea competitivo contra el resto del mundo. Algo que parece posible únicamente modificando el sistema monetario, que es precisamente a donde el resto del mundo desarrollado quiere ir.
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Independientemente de la expectativa del dólar en el mediano plazo y de la política monetaria de la Fed, el modelo monetario global basado en una divisa central como reserva está llegando a su fin. La encrucijada se da entonces en dos direcciones: 1) sostener al sistema actual con el dólar como moneda fuerte. Lo que incluye más desequilibrios monetarios globales, manipulación de divisas y un posible colapso para Estados Unidos.
O bien, 2) moverse en la dirección opuesta, que consiste en disociar al dólar de la economía global y adoptar un sistema monetario efectivamente multipolar. Esta última opción implicaría el tan deseado debilitamiento del dólar propuesto por Trump para “equilibrar” su déficit. Desafortunadamente esta decisión monetaria no es solo de Estados Unidos, sino de todos los países, en donde sobresalen las economías emergentes acumuladoras de dólares.
nullPara entender mejor la encrucijada monetaria es importante hablar de la vigencia del célebre dilema de Triffin. De acuerdo con éste, el país que emite la moneda de reserva global debe mantener déficits comerciales con otros países a fin de proveer dólares al resto del mundo. Actualmente, no es necesario que Estados Unidos mantenga déficits comerciales para proveer dólares al mundo, ya que existen otros mecanismos. No obstante, como menciona Lorenzo Bini Smaghi, diversas economías emergentes y los mercados financieros acumulan dólares y activos denominados en dólares como refugios seguros. Por razón de este desequilibro, Estados Unidos tiene la opción de financiarse indefinidamente con el resto del mundo, incrementando su deuda innecesaria e insostenible.
En algunos casos, la acumulación de reservas en dólares por economías emergentes es tan considerable que, más que un refugio seguro, representa un arma monetaria en contra del país emisor.
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¿Cómo se está pasando de un modelo monetario unipolar a uno multipolar?
Desde el año 2009, el gobernador del banco central chino, Zhou Xiaochuan, pugnaba por una moneda supranacional (algo como el bancor que propuso J.M. Keynes). Apoyó también la utilización de los SDR’s que son, activos suplementarios a las reservas en dólares –u otra moneda de reserva– en poder del Fondo Monetario Internacional. El problema con las reservas de SDR’s es que no resuelven el problema porque al estar conformados por una canasta de 5 monedas de reserva, están sujetas a las mismas reglas monetarias del dólar.
Otro mecanismo de disociación son los acuerdos bilaterales, donde dos países utilizan sus propias monedas para comerciar (por ejemplo, Brasil y China). Y, por otro lado, la desdolarización de los commodities. Desde hace años, diversos países están comprando y repatriando su oro, por considerar que el oro es también un activo de refugio ante los choques monetarios.
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La salida técnica puede en efecto ser una moneda supranacional como propuso Keynes y revivió Zhou Xiaouchan. Con la característica de que no debe ser fiduciaria. Existen las condiciones para operar una moneda única para el comercio, legalizada y supervisada por una autoridad global.
El punto es que el mundo ya no desea al dólar como moneda de reserva por el alto riesgo sistémico que representa mantenerlo. En este sentido, la situación para Estados Unidos no es fácil y cualquier decisión evidenciará sus problemas acumulados durante décadas. En cualquier caso, el sistema económico global demanda un cambio y la presión política irá acumulándose con el paso de los años.
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