Desde el siglo XVI, en Europa, los diamantes se instituyeron como un refugio de inversión. Y es que a las cualidades ya mencionadas se añadió otra: la portabilidad. Los emigrantes podían llevarlos consigo entre países y valdrían lo mismo —o más— adonde quiera que fueran.
Esta es una verdad que se cumple hasta nuestros días.
Certificación y transparencia
El mercado de los diamantes es vasto en todo el mundo. Para que la compra de uno de estos ejemplares sea una auténtica inversión es preciso hacerlo de la mano de los conocedores, es decir, de quienes ofrecerán el mejor corte y montura para la pieza y que podrá respaldarla con su prestigio.
Esto es Tiffany & Co, una firma que desde 1837 se ha manejado como una autoridad en el tema. Los certificados de autenticidad de sus piezas son el complemento perfecto al adquirir una joya patrimonial.
Pero, una vez más, esta firma se adelanta al mercado. Hoy ya ofrece, además, información de origen de los diamantes: con ello busca dar a su cadena de suministro la transparencia de una gema, pero también asegurar a sus compradores que trabaja bajo estándares de responsabilidad social.