Sé feliz en tu trabajo... aunque lo odies
El estrés y la depresión son comunes en las empresas: 60% de los empleados a nivel mundial afirma tener una pésima calidad de sueño, 42% tiene dificultades para concentrarse, afrma Ilona Boniwell, consultora en psicología positiva. Y en México, por cada episodio depresivo, se pierden 36 días de trabajo, según datos de la Federación Mundial de la Salud Mental.
Con estas cifras, es difícil pensar que algún colaborador se escape de tener, alguna vez, un trabajo que no le satisface. El problema viene cuando le angustia y deprime.
“Una señal de estar en un mal trabajo, en términos de que deprime, es no tener claro cómo contribuyes a un fin con tus habilidades. La gente que se siente ‘desperdiciada’ respecto a sus conocimientos, o no sabe cómo hacer una alianza entre lo que sabe y lo requerido en el trabajo, puede estar si acaso cinco años en un lugar, no esperes más de él o ella”, explica Boniwell, diseñadora de programas educativos en Francia y el Reino Unido.
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Si sólo 13% de los empleados dice estar feliz y comprometido en el trabajo, apunta Boniwell con datos de Gallup, aprender a establecer metas cortas con 'sentido' es una propuesta para perdurar y, quizá, dar un giro al empleo que no apasiona ni agrada.
"Fijarse metas y vincular eso con algo que resulte de interés es una estrategia para ser resilente en muchos ámbitos, incluyendo el trabajo”, precisa Michael Steger, director del Laboratorio sobre Significado y Calidad de vida de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos.
La psicología positiva, concepto establecido por Martin Seligman en la década de los 90, se enfoca en el trabajo de la resiliencia y la capacidad de enfrentar dificultades. Con esa premisa en mente, Steger señala que un colaborador desconectado con su trabajo necesita pensar en el siguiente ciclo.
Es decir, definir qué habilidad se quiere potenciar y qué fortaleza personal ayuda a navegar por un escenario adverso (por ejemplo, tener una red de amigos, aunque no lo sea el jefe, en el trabajo). Después hay que vincular eso que se quiere potenciar con una meta. Lo valioso en ese proceso es responder qué se quiere a largo plazo.
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“Al responder (la pregunta de) por qué algo motiva, surgen los propósitos. Tener propósito de vida y carrera más allá de una u otra empresa es lo que ayuda a ser resilente. Puede que no todos los días las cosas sean perfectas, pero si sabes por qué haces algo, qué satisfacción encuentras, es una forma de salir adelante ante un empresa que no ayuda en estos objetivos”, explica Steger.
Por tu salud laboral y mental
En el artículo ‘Scaling-up treatment of depression and anxiety: a global return on investment analysis’, publicado por el diario especializado en psiquiatría ‘The Lancet’, en 2016, se estima que la depresión y la ansiedad generan pérdidas por más de 50,000 millones de días de trabajo en 36 países, lo que equivale a una pérdida económica de más de 925,000 millones de dólares.
Las organizaciones necesitan redoblar sus esfuerzos por lograr que el colaborador encuentre cómo vincular su motivación con los propósitos de la empresa, así como ciertas actividades que generen equilibrio. "Pero esto es un mito, algo que difícilmente se cumple”, refiere Steger.
Si estas en un empleo que no te hace feliz, los especialistas sugieren llevar una agenda personal que implique los siguientes factores:
1. Ser realista con el empleo, no idealizar. En repetidas ocasiones, el colaborador dice no sentirse a gusto con el empleo por lo demandante que resulta, o porque el jefe o la empresa no respeta sus proyectos personales.
La respuesta ante esto es no hacerse ilusiones de que eso cambie. El colaborador es quien necesita fijar su balance, su agenda de vida, definir cuánto trabaja en oficina y casa, con qué resultados y, sobre todo, saber cómo planteará al jefe que vivir hiperconectado no siempre es posible, ni favorable.
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La dificultad de esto es que requiere del empleado responsabilizarse de aspectos que no siempre se quieren enfrentar. “Las fechas de entrega son el reto, pero si no hay tiempo para nutriste de otras actividades, surgirá el estrés y ansiedad”, añade el director del laboratorio sobre Calidad de Vida en la Universidad de Colorado.
2. Mejora tu propuesta de valor. Una mala situación laboral (por el salario, el ambiente, cualquier otro aspecto) también es una invitación para que el empleado determine qué lo impulsa a estar ahí. Y, a continuación, defina una estrategia para integrarse mejor o cambiar de empresa. Sin embargo “lo común es quejarse y ese el tipo de mente a reprogramar”, menciona Steger.
Las ofertas perfectas no existen, lo que existe es una actividad laboral con la que te puedes vincular desde lo personal para encontrar escenarios de motivación. Si el trabajo es pésimo, tal vez hay otra área donde crecer o proyectos sociales con los que vincularse. Si hay una buena relación con jefes y Recurso Humanos, incluso se puede rediseñar el puesto.
Pero para llegar a todo eso se requiere autoconocimiento y ser productivo en ese empleo hasta que llegue una nueva oferta.
3. Amplia tus habilidades en lugar del auto boicot. La felicidad no depende del entorno al 100%, sólo 10% es atribuible a factores externos. Que no guste el proyecto, no significa que tenga que haber enemistad con el equipo.
Antes de cambiar de trabajo, hay que asegurarse de aprender una competencia que se haya vinculado a ese mal escenario, por ejemplo, comunicar.
Un empleado puede frustrarse con sus proyectos porque no entiende cuál es su contribución o por el salario. Pero, si en lugar de aislarse, mejora su habilidad para interrelacionarse mejor con el jefe y con otros, no solo se habrá ganado algo que puede aplicar en otros trabajos, también se abre en ese momento la posibilidad de pedir a la empresa formar parte de iniciativas donde puede existir una mayor conexión personal y laboral.
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