Un líder mejora al enfrentarse a alguien más inteligente
Cada reto es una oportunidad para romper límites y crecer. Para los líderes, son incentivos y aprendizaje para continuar desarrollando sus capacidades y mejorando ante situaciones que los sacan de su zona de confort, explica José Ángel Garza Gutiérrez, del despacho Garza G consultores .
Enfrentar los retos y salir victoriosos de ellos requiere que el líder sea capaz de reconocer que su rol no implica que tiene que saberlo todo. Lo importante es que la respuesta correcta se encuentre en proceso de gestión, aunque no sea él quien la lleve a cabo, comenta Orlando Mejía, socio de Capital Humano de Deloitte.
Este tipo de herramientas se llama aprendizaje social, explica Mejía, y se trata de interactuar con personas para que de manera conjunta se apoyen en su programa de desarrollo. “Esta conversación que puedes tener con alguien que ha tenido un reto similar al tuyo en la que tú le estás enseñando lo que ha aprendido, y él a ti también te enseña, es el tipo de adquisición de conocimientos más significativo”, detalla.
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Una de las estrategias para poner a prueba las habilidades y mejorarlas es enfrentarse a un oponente más inteligente o con mejores habilidades. En el mundo empresarial, este oponente puede ser otro líder con el que se tenga una negociación, un nuevo socio (aunque no vaya a haber un enfrentamiento, la interacción puede suponer un reto) o, simplemente, la convivencia frecuente con un homólogo.
Esta metodología, acompañada de una buena retroalimentación, permite al líder poner a prueba sus capacidades y mejorarlas, al aprender de la persona con la que se confronta, y también a conocer los límites personales, para poder romperlos. “Esta prueba no significa una comparación, que es algo que no se debe hacer, porque cada persona se desarrolla de una manera distinta. Sin embargo, sí se debe observar al otro sujeto y aprender lo más posible de los aspectos que yo quiero mejorar en mí”, detalla Garza.
Para ello, el líder debe conocer perfectamente cuáles son las virtudes que lo han ayudado a posicionarse en su carrera profesional, para mejorarlas aún más y que sigan dando frutos.
Mejía recomienda utilizar el modelo Kaizen, que se utiliza para identificar factores de potencial y competencias que tienen que desarrollar para ocupar el rol de líder. “Algunos de los puntos dentro del potencial son características innatas de algunas personas, como qué tan cómodos se sienten con la incertidumbre”, señala Mejía.
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Para esto, se debe calificar el nivel que se tiene tanto en los factores de potencial como en las competencias. En las últimas, se debe medir si se tiene liderazgo inspirador, para lo que se analiza si cuenta con el apoyo de sus colaboradores, y la buena ejecución, es decir, si se logran los objetivos esperados a través de la dirección de otras personas.
En el caso de potencial, se evalúa si se tiene apetito por la evolución y el cambio, flexibilidad y conocimientos intelectuales, perspicacia interpersonal y motivación al realizar actividades laborales.
Una vez identificados estos factores, Mejía recomienda elegir a una persona con habilidades y personalidad opuestas. Por ejemplo, en el caso de que una persona introvertida quiera mejorar sus capacidades, pero además, disminuir sus deficiencias, tiene que enfrentarse con alguien que sea extrovertido.
Garza aconseja poner atención durante el enfrentamiento o interacción en las competencias en las que uno mismo es más eficiente, para que no se mantengan estáticas y continúen mejorando.
Una vez que se haya tenido la negociación o convivencia, el último paso recomendado por los dos expertos, es realizar una reflexión sobre las lecciones aprendidas para no olvidarlas, y seguir teniendo presente los puntos débiles o que se necesitan mejorar porque fallaron en el encuentro.