El primer contacto que tuvo con el mundo del maquillaje fue a los 18 años, cuando empezó a trabajar en la empresa de su familia Gina y Jasive, una firma dedicada a la producción y comercialización de productos cosméticos, cuya marca insignia es By Apple.
Tager inició en la empresa familiar surtiendo los pedidos desde el almacén. Después, aprendió a tratar con clientes, a conocer las diferencias, usos y beneficios de los cosméticos, a maquilar productos para terceros, a llevar un control de calidad, las finanzas, las ventas y hasta las exportaciones.
De esta experiencia le surgió la inquietud por estudiar Administración de Empresas en la Escuela Bancaria y Comercial (EBC). Pero un año antes de terminar la carrera, su padre falleció y Tager –que tenía 22 años- tuvo que asumir la dirección de la empresa.
“Mi papá siempre fue una persona estricta para que yo pudiera aprender y entender el valor de cada área de la compañía. Gracias a eso supe que las empresas son un ente vivo, de un proceso completo. Cualquier cosa o área que se desbalancee hace que algo no salga bien”, dice.
Dos años más tarde, Tager terminó su licenciatura y posteriormente hizo un posgrado en Innovación y crecimiento sustentable en Northwestern University. Desde entonces no ha dejado de estudiar, hoy el CEO de 29 años cuenta con un diplomado en transformación digital, liderazgo, cultura de innovación, generación de crecimiento, estrategias de inteligencia artificial y estrategias de marketing digital por la Kellogg School of Marketing.
Para no dejar de estar a la vanguardia, y menos en tiempos difíciles, menciona, siempre hay que estar abiertos a aprender cosas nuevas. “Aceptar que no conoces todo, estar dispuesto a fracasar y abrazar el fracaso a modo que no sea tan doloroso para la organización”.
Las cosas no siempre salen a la primera
Tomar la empresa a una corta edad no fue sencillo. El primer ‘tropiezo’ de Tager fue lanzar una marca premium de cosméticos que no tuvo el éxito esperado. El equipo tardó seis meses en crearla y en desarrollar los productos del portafolio. Se llamaba The origin y estaba inspirada en Adán y Eva.
“Creímos entender lo que pidió el consumidor y no fue así. Afortunadamente, esto no afectó a la compañía en la cuestión económica, pero sí nos ayudó a entender que no todo lo que saquemos al mercado va a funcionar. Lo vimos como una inversión”, comenta.