“Eso hizo una diferencia muy grande en mi percepción de mundo”, señala. Mientras sus compañeros de clase iban de vacaciones a Disneylandia en Estados Unidos, ella se quedaba en casa porque provenía de una familia de escasos recursos.
“Me pregunté qué tenía que hacer para acceder a otras oportunidades, y lo único que sí le pedí a mi mamá fue estudiar inglés. La dueña de la escuela nos ayudó mucho, me permitió estudiar y después de tiempo les prestó su tarjeta de crédito a mis papás para que yo pudiera ir un mes a Vancouver a concluir el curso. Ella me prestó ropa para el frío y hasta la maleta”, recuerda.
Hoy, la joven está convencida de que hablar inglés hace una gran diferencia en las minorías de América Latina que buscan crecer profesionalmente en otros países. A los 18 años, Barbosa se fue a São Paulo con una mochila llena de sueños.
No tenía las condiciones para mudarse, ni tampoco fue la decisión más fácil o la más cómoda. Salir de una ciudad pequeña para ir a donde está el centro de negocios en Brasil implicó trabajar durante el día para poder estudiar en la noche, “y no me arrepiento”, apunta.
Mientras estudiaba Relaciones Públicas en la Facultad de Cásper Libero, una de las mejores escuelas de comunicación social en Brasil, trabajaba en la agencia Jeffrey Group y se hospedaba en un hotel del centro, con la idea de compartir un departamento más adelante. Es lo que podía pagar, hasta que un día en una plática con una de sus compañeras de la universidad salió a relucir el tema.
“Se asustó mucho al saber dónde me quedaba. Me dijo que estaba en un ambiente de droga, prostitución e inseguridad. Tú vienes conmigo, me dijo. Y así lo hice hasta que hallé otro lugar”.
“Al principio sentí mucho miedo porque yo tenía una cantidad de dinero específica que me daba para vivir dos meses. Me costó encontrar un empleo que pudiera cubrir los gastos que tenía. Lloré mucho porque no quería volver a Itabira, quería demostrarme que sí podía ejecutar el plan que me había propuesto. Una semana después ya estaba todo resuelto. Entonces, creo que el acto de aceptar que algo te duele es difícil, lo aceptas y sigues”.
Algo que aprendió en esa época es que si tienes la oportunidad de ayudar a alguien, hazlo. Lo que tú haces atraes para ti, y ella considera que fue afortunada porque siempre encontró personas que la ayudaron en el camino. A su parecer, una clave importante en el crecimiento personal y profesional es tener claro las habilidades que se requieren, no avergonzarse de recibir ayuda, agradecer y también ayudar a otros.
El despegue de su carrera
Después Barbosa se sumó a las filas de Dow Chemical y estudió una especialización en mercadotecnia en la Universidad Adolfo Ibáñez. Luego entró a trabajar a Unilever en el área de Trade Marketing y curiosamente se empleó en la empresa minera Anglo American, pero en Marketing.
Pero Barbosa quería conocer cosas nuevas y empezó a buscar empleos foráneos. La firma india Evalueserve le abrió las puertas como investigadora de mercado y la llevó a Chile, donde conoció a su compañero de vida y estudió un MBA en Durham University para robustecer su perfil.
“Fue un riesgo calculado. En Anglo American estaban invirtiendo mucho en el talento. Sin embargo yo quería hacer una carrera internacional y fui a Chile incluso para ganar menos de lo que ganaba. Uno también debe tener una visión a largo plazo y a veces es conveniente dar un paso atrás para luego dar cuatro pasos hacia delante”.
Magda Rodríguez, psicóloga y consultora en Desarrollo Organizacional, asegura que la carrera profesional es un plan de vida que debería trazarse a consciencia. No obstante, la mayoría de los jóvenes eligen qué estudiar y hasta dónde trabajar por factores erróneos como la influencia de la familia, amigos o el dinero que percibirían en cierto puesto o empleo. “Cuando son movimientos o elecciones calculadas el resultado es otro”, afirma.
Posteriormente, Barbosa entró a Euromonitor Internacional, firma en la que ha pasado la mayor parte de su carrera profesional. Allí, Barbosa ocupó puestos en negocios, ventas, consultoría hasta llegar a ser country manager en Singapur, donde se convirtió al budismo.
“Aprendí mucho, trabajé con clientes de Sudamérica y pude conocer diferentes maneras de hacer negocios. Cuando trabajas en investigación de mercado tienes que meterte en la estrategia de las empresas. Eso me dio mucho conocimiento y movilidad de carrera”.
Después llegó a LinkedIn, Asana, Pavilion y desde agosto del año pasado asumió la dirección de Hootsuite a nivel regional. Su objetivo es crecer cinco veces de lo que están actualmente en ventas y para lograrlo planea atacar tres frentes.
Primero trabajar muy cerca con los clientes, sobre todo con los CMO. La idea es ayudarlos a construir estrategias de largo plazo en redes sociales y tener una visión más clara de cómo invertir para tener un mayor alcance, dice la directiva.
Segundo, tejer puentes con el ramo financiero, las universidades y el gobierno, pues ve que estos tres sectores están pasando por una transformación interesante en la forma de comunicarse con los interlocutores. Hoy día, la gente prefiere mandar un mensaje a llamar por teléfono. “Hay una gran área de oportunidad ahí. Podemos crecer el negocio exponencialmente en la región, basado en las tendencias de social media”, enfatiza.
Y tercero, avanzar en el igualdad de oportunidades. Barbosa está convencida de que las habilidades de liderazgo son mucho más escasas que las técnicas y son las que más necesitan las empresas para crecer. “Creo que mujeres latinas como yo podemos tener un muy buen papel en roles globales, ayudando a entender con más claridad cómo trabajar en mercados emergentes o internacionales”.
En la actualidad, de los países latinos México es el mayor mercado para Hootsuite, seguido de Chile, Colombia y Brasil. Para la brasileña, los mexicanos tienen mucho apetito y creatividad, la comunidad de marketing se puede apoyar de esto para tener coraje y arriesgarse más en el tipo de contenido que publica.
Para estar bien en el trabajo, Geana Barbosa sabe que primero debe estar bien consigo misma. Hace meditación y mindfulness y todos los días tiene sus 10 minutos de estar en completo silencio para tener un mejor día. “Cuando no lo hago, mi día no es igual”.
