Rumbo a una estructura de multiversidad
David Garza plantea una serie de cambios cuyo común denominador es el prefijo multi, lo cual haría del Tec de Monterrey una institución distinta a lo que había sido hasta la fecha. En términos generales, la meta es moverse de la unidireccionalidad a la multidireccionalidad en la enseñanza y el aprendizaje.
“Vamos a transitar de universidad a multiversidad, porque hay varios multis que tienen que ver con este proceso. El Tec será multiinstitucional, porque la pandemia nos enseñó a abrirnos y a colaborar con otras instituciones; también será multidimensional, porque hoy estamos viendo con la evolución de la inteligencia artificial que los jóvenes no solamente deben de crecer intelectualmente, sino también en otras dimensiones como la espiritual, la emocional y la física”. explica Garza.
En este tenor, también viene una transición hacia la multiplataforma, porque anteriormente la educación sucedía fundamentalmente en un salón de clases, pero ahora, desde la rectoría del Tec, Garza ha constatado que puede ocurrir a distancia e, inclusive, en espacios de realidad virtual o metaversos.
La multidisciplinariedad es otro atributo que, según Garza, el Tec pretende desarrollar aún más para enfrentar retos sociales que difícilmente se resolverán desde la visión de una sola disciplina académica.
Y el cambio hacia la multiorganizacionalidad no puede quedarse atrás, lo cual implica abandonar el antiguo esquema donde la universidad funciona como una caja donde entran estudiantes y salen egresados.
“Esa caja se va a abrir para poder diseñar no solamente planes de estudio, sino también acreditaciones con las cuales los alumnos puedan comprobar competencias y conocimientos no adquiridos en la academia, pero sí en el trabajo”, añade Garza.
La transición, según el rector del Tec, también tiene que darse en la percepción que la mayoría de la población tiene de las universidades, donde se cree que viven personas de una esfera elevada y sublime, apartados del mundanal ruido de la vida cotidiana.
“Sin duda, las universidades son consideradas como una torre de marfil no conectada con lo que necesitan las empresas y con lo que está ocurriendo en la sociedad; tenemos que salirnos e ir más allá de esa visión.”
De ahí que las universidades, conforme con Garza, estarían cumpliendo apenas con su deber mínimo si preparan a jóvenes solamente para el trabajo. La complejidad del mundo moderno requiere de más.
“Como dicen en inglés, eso sería apenas el must. A los estudiantes también hay que prepararlos para la vida en general, porque queremos que sean buenos ciudadanos, líderes y emprendedores.”
Garza además señala que es urgente erradicar el síndrome de “no inventado aquí”, el cual se relaciona con la mala inclinación de algunos investigadores universitarios de solamente querer participar en proyectos 100 % originales, de tal manera que ellos solos puedan llevarse todo el crédito de los resultados.
Detrás de esta tendencia se encuentra precisamente la concepción de la universidad como torre de marfil, donde viven genios que, bajo ninguna circunstancia, realizan labores de ayudantes o aprendices de otros investigadores, quienes quizá se les adelantaron en el camino de la innovación; esto significaría bajar de categoría.
“Hay que aprender a voltear a otros lugares donde ya han avanzado más y ver más bien cuál es el valor agregado que se puede dar, y por otros lugares me refiero a una industria u otra institución educativa”, aconseja Garza.
Todas estas transformaciones son como un tren al cual hay que subirse lo más pronto posible. El plazo límite para abordar con los dos pies al vagón es 2030, año en que Garza quiere que el Tec se encuentre en plena sintonía con la Agenda de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas (ONU).