Los beneficios de hacerlo global
Sin embargo, existen incentivos poderosos para que tanto las empresas como los gobiernos trabajen hacia un nuevo marco fiscal global. Si eso no sucede, Morris dijo que cada país individual implementaría sus propias reglas y se crearía un sistema de regulación hecho de retazos que sería “terrible” para el comercio y la inversión.
El ministro de Finanzas de Reino Unido, Philip Hammond, dijo en un tuit antes de la reunión del G20 —la cual tuvo representantes de las economías más poderosas del mundo— que él planea impulsar cambios en las reglas fiscales globales para que reflejen cómo las empresas digitales crean valor”.
“La economía digital ha traído grandes beneficios, pero se está moviendo a cierto ritmo y las reglas internacionales deben ser actualizadas”, escribió Hammond.
Si no se logra progreso en los cambios globales, varios países, incluido Reino Unido, podrían decidir avanzar con sus propios impuestos.
Gran Bretaña, por ejemplo, quiere un impuesto del 2% sobre las ventas de servicios digitales en Reino Unido a partir de abril de 2020.
“Todos tenemos que esperar que esto funcione. Porque la alternativa es el caos”, dijo Morris. “Esto podría tener un gran impacto en la forma en que se hacen los negocios, podría tener un gran impacto en los países, podría tener un impacto en el crecimiento. Creo que la gente realmente necesita prestar atención a esto”.
El ejemplo de Irlanda
Cualquier nuevo sistema tributario creará ganadores y perdedores.
Irlanda podría ser uno de las más afectados. La economía del país está impulsada por las exportaciones, y podría terminar perdiendo si los países en los que residen los consumidores reciben una mayor proporción de los ingresos fiscales.
Irlanda podría ser uno de las más afectados. La economía del país está impulsada por las exportaciones, y podría terminar perdiendo si los países en los que residen los consumidores reciben una mayor proporción de los ingresos fiscales.
Gerard Brady, economista en jefe del grupo de presión empresarial irlandés IBEC, dijo que ese cambio podría costarle a Irlanda hasta 2,000 millones de dólares al año en recibos de impuestos corporativos.
La mayor amenaza proviene de los planes para establecer un nivel impositivo global mínimo para las grandes empresas.
La tasa impositiva del 12.5% del país ha resultado atractiva para las empresas extranjeras, y Google, Apple y Pfizer tienen una gran presencia en el país.
La Comisión Europea dictaminó en 2016 que Apple había recibido ventajas fiscales injustas por parte de Irlanda. El año pasado, Apple pagó los 13,000 millones de euros (14,700 millones de dólares) que debía, más intereses. (Irlanda ha apelado la sentencia).
Establecer un estándar fiscal global podría disminuir el atractivo de Irlanda. “Eso afectaría nuestra capacidad para utilizar el impuesto como herramienta”, dijo Brady.