Ebrard atribuye este éxito a la relación “personal”, vía telefónica, que construyó López Obrador con Donald Trump, y a que se supo separar la retórica y los tuits del fondo de la relación con EU.
El camino no estuvo exento de baches y críticas. La recta final agregó al acuerdo —aprobado inicialmente por los tres países en 2016— unos páneles trilaterales de verificación laboral que se formarán cuando existan evidencias de que México no cumple con sus leyes de trabajo, lo que fue cuestionado por algunos organismos empresariales nacionales.
Marcelo Ebrard, entrevistado en exclusiva por Expansión en diciembre, en la que fue la portada de la Revista Expansión en enero, defiende que México impidió la certificación de productos en la frontera que Estados Unidos pretendía imponer —lo que hubiera implicado una importante traba al comercio—, y logró mecanismos que funcionan también para defender los intereses nacionales.
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Expansión: 2019 ha sido un año muy tenso en la relación con Estados Unidos, ¿cómo lo ha vivido?
Marcelo Ebrard: Cerramos con la aprobación del tratado con EU, por lo que se cierra una gran ventana de incertidumbre. Ha sido uno de los momentos más difíciles de la relación bilateral, porque teníamos abiertos, al mismo tiempo, todos los temas en los que México es vulnerable: drogas, migración y, además, si iba o no nuestro matrimonio con la economía norteamericana.
Afortunadamente, el presidente entendió esto muy bien, desde el principio, y se trazó una línea que funcionó, que fue crear una relación personal importante con el presidente de Estados Unidos. Eso nadie lo esperaba, y es lo que cambió la ecuación. Nunca se han visto, es una relación telefónica, pero muy ágil y de espacios de entendimientos, y eso para mí en Relaciones Exteriores ha sido la mejor noticia.
Hay críticas que dicen que se ha cedido demasiado en llevar el capítulo laboral más allá de lo que se había negociado inicialmente en el TMEC.
EU no quería, de entrada, tener otro tratado. Cambió de no querer tratado a mantener uno que, además, tiene normas y espacios para resolver controversias. Si yo hubiera dicho esto hace un año, me habrían respondido que era muy difícil lograrlo. Yo diría que es muy bueno para México, primero, cerrar la ventana de incertidumbre, porque eso sí te puede generar un enorme costo económico.
El tema laboral es algo que se ha manejado mucho, pero el tratado tiene varios capítulos. México gana mucho pudiendo tener mecanismos de resolución de controversias para agricultura. En el propio tema laboral, también hay cosas interesantes, y la pregunta es: ¿Hay alguna obligación diferente a sus leyes en materia laboral en ese tratado? No, no la hay. Lo que está establecido en el tratado es lo que ya es ley en México. Vamos a tener que aceptar que haya páneles, porque México siempre sostuvo la tesis correcta de que, con EU, nos conviene más el pánel que la relación unilateral.
Los demócratas planteaban que hubiera certificación en la frontera de los productos. ¿Cómo le hubieran hecho las empresas? Te van a revisar a ti y a ti no, depende de qué día y cómo, y ¿cómo te defiendes? Como lo que le hicieron a los tomates: un día nos frenan un envío de tomates para revisar, y se te pudren en la frontera.
No hay obligaciones adicionales, aceptamos páneles pero son equitativos, que funcionan para los dos lados. La única razón por la cual habría que oponerse a este modelo es que no quieras cumplir con la ley laboral, pero entonces para qué la aprobamos. Ya es una ley que no está a discusión, es una norma obligatoria.
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