“Ambos conceptos: economía y bienestar van de la mano, tienen sus características de manera individual. El PIB es una medición de lo tangible, el bienestar es una percepción más subjetiva; considera elementos como la calidad de vivienda, calidad de empleo, seguridad pública, seguridad económica, educación y su acceso, medio ambiente y satisfacción con la vida”, comentó Francisco J. Orozco, director del Departamento de Contabilidad y Finanzas de la Escuela de Negocios del Tec de Monterrey.
No obstante, concebir un país con bienestar, no es producto inmediato del crecimiento económico, se da en el mediano plazo. “Si este trimestre el PIB cae eso no te va a cambiar mucho la trayectoria del bienestar en México, excepto si esa caída viene para quedarse, si esa caída en el PIB no la recuperamos después, solo si recuperamos el ritmo de crecimiento del PIB per cápita de 2% o más, porque cuando éste crece a 2%, tú estás duplicando el ingreso por persona cada 35 años”, comentó Marcelo Delajara, especialista del CEEY.
Círculo vicioso
Adicionalmente, un bajo crecimiento o descenso en el PIB tendría efectos en la llegada de ingresos públicos para que el gobierno pueda echar andar acciones para la economía, bienestar y desarrollo.
“Si no hay crecimiento económico, disminuye la recaudación de ingresos por impuestos; si hay menor producción, hay menos recaudación de ISR, y si hay menos consumo, hay menos recaudación de IVA”, esto representa menores recursos públicos disponibles para echar andar acciones, a través de políticas públicas, que ayuden a recuperar la economía, y por ende elevar el bienestar, explicó Mauricio Torres, del Imco.
En la actualidad, el sector público está recibiendo menos dinero por la exportación de petróleo, debido a la baja en sus precios a nivel mundial, lo que limita cada vez más el espacio de la administración pública para atender las necesidades de la población.
“Si tú no estás como gobierno estimulando crecimiento con políticas enfocadas al crecimiento económico, la economía va a crecer cada vez menos, tus ingresos van a caer, y cuando la economía se estanca la gente paga menos impuestos, evade más”, refirió Delajara.
El representante del CEEY recordó que mucha de la historia del fracaso económico y el mismo nivel de vida de hace décadas en Argentina tiene que ver con el problema de tratar de forzar una situación de bienestar en la población, a través del gasto público cuando no se tienen los ingresos para hacerlo.