La ubicación geográfica, hasta ahora las condiciones estructurales –Estado de derecho, certeza jurídica, mercantil-, así como mano de obra calificada y un gobierno orientado a la libre empresa; son condiciones que dan a Colombia competitividad y la vuelven atractiva para la llegada de capital extranjero y empresas.
Antes de las elecciones del próximo año, Colombia debe resolver el problema de COVID –es un país de 47 millones de habitantes con 30,000 nuevos casos al día-, señaló Arnulfo Valdivia. Además, el gobierno deberá buscar un pacto nacional que ponga fin a las marchas y la violencia y, así, “generar algunas medidas para que la gente regrese a sus casas y el poco trabajo que haya se empiece a retomar”.
A pesar del panorama actual, “en cuanto a marca país y la atracción de capital extranjero, me parece que Colombia seguirá siendo un país taquillero, atractivo”, y el cual puede complementarse con otras naciones como Brasil, México, Chile y Argentina, aseguró Contreras de la Ibero.
Otras promesas latinoamericanas sin cumplir
Además de Colombia, países como México, Argentina, Chile y Brasil se han quedado a la orilla y no han logrado el anhelado despegue para dejar de ser países en vías de desarrollo, ¿por qué?
“Las malas políticas económicas son las que frenan el crecimiento” y rezagan más a economías de países como los antes mencionados en comparación con las naciones desarrolladas, dijo Gabriela Siller, directora de análisis económico-financiero de Banco Base.
A esto se le suman problemas como la corrupción, “el peor cáncer de cualquier sociedad porque lleva a cualquier país a una terrible crisis”, sostuvo Aribel Contreras al tiempo de poner como ejemplo casos como el de Argentina y Brasil.
“La crisis de Argentina empezó en la época de Carlos Saúl Menem, cuando quiso poner que un peso argentino valiera lo mismo que un dólar; el tiro de gracia fue con Cristina Fernández de Kirchner y toda la corrupción que tejió”, señaló Contreras.
Y Brasil, una “mega potencia regional” que venía creciendo bien en los últimos años, sin embargo, “la ambición de sus gobernantes los lleva a cometer unos terribles fraudes. Ya Lula da Silva pagó cárcel por actos de corrupción, abuso de poder. La más avorazada fue Dilma, donde se le comprobó que había metido la mano e infló los costos de los estadios de futbol que se construyeron para el Mundial, donde ella y su gente más cercana simularon operaciones y sus cuentas bancarias fueron las que se inflaron”, agregó.
Un tercer problema tiene que ver con la desigualdad en la región, la cual genera desigualdad social, y esta se traduce en “políticas de corto plazo que duran mientras el gobierno en turno dura”, lo que impide planear y aplicar programas de mediano y largo plazos capaces de permanecer en el tiempo, dijo el ex embajador de México en Colombia.
“En América Latina solo tienes de dos: llegar al poder con los billetazos de la clase alta o con el discurso populista que convence a las clases bajas y medias bajas”, lo que genera un efecto de péndulo que hace que cada corriente, cambie la visión y la forma de hacer política 180 grados cada que cambia la corriente que asume el poder, agregó.
A decir del ex embajador de México en Colombia, “es posible que haya una representación adecuada de todos los grupos, pero es difícil porque hay que romper estructuras añejas, enraizadas; muy incrustadas no solo en la sociedad, sino en la mente”.
Es precisó entender que cosas como el modelo de desarrollo se tienen que blindar para lograr un desarrollo humano para todos los grupos, señaló.
China
En los últimos años el gigante asiático, aprovechando los movimientos sociales, las fracturas políticas y el avance del populismo, se ha acercado a las naciones latinoamericanas para ganar terreno por dos vías: las vacunas contra el COVID-19 y la deuda.
“Lo preocupante, es que esta diplomacia de la deuda –China promete invertir en grandes obras de infraestructura, pero el país queda anclado por décadas-. Prácticamente los gobiernos están vendiéndole el alma al diablo”, advirtió Aribel Contreras.