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El sueño de Colombia de ser el destino estrella para la inversión se desvanece

Una mala sincronización, fallas en la estrategia de comunicación y las protestas echaron atrás su reforma fiscal y, con ello, aumentó la incertidumbre económica del país.
mar 29 junio 2021 05:09 AM
Colombia la promesa sin cumplir
La incertidumbre el Colombia se entenderá hasta mayo del próximo año, después de la elección presidencial, señaló Arnulfo Valdivia, ex embajador de México en Colombia.

Una mala estrategia de comunicación sobre la reforma fiscal por parte del gobierno del presidente Iván Duque, el hartazgo social tras un año de confinamiento y la desigualdad social le pusieron freno al sueño de Colombia de convertirse en el destino estrella de América Latina para la atracción de inversiones y la llegada de nuevas empresas.

“El gobierno del presidente Duque venía construyendo un entorno para los negocios, sobre todo para los nuevos sectores económicos, vinculados a lo que llaman la economía naranja, vinculada a las industrias creativas y de alta tecnología”, explicó a Expansión Arnulfo Valdivia, ex embajador de México en Colombia.

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En marzo el gobierno de Colombia, a través la presidenta de ProColombia, Flavia Santoro, presentaron en México una estrategia a través del cual el país se presentaba como uno de los mejores destinos para recibir inversión extranjera directa (IED) y la llegada de empresas, pero también como un destino turístico con grandes atracciones.

Sin embargo, a finales de abril tuvo lugar el primer paro nacional y, con él, comenzaron manifestaciones contra la reforma fiscal, las cuales fueron reprimidas con violencia que dejó como saldo decenas de muertos y centenares de heridos, y la reforma se echó para atrás.

El ambiente social y frenar la reforma aumentó la incertidumbre económica en el país sudamericano, poniendo freno al crecimiento que había estado gestando el presidente Duque.

¿Qué falló con la reforma?

Lo que ocurrió con la reforma fiscal del presidente Duque fue que eligió un mal momento para presentarla, pues Colombia aún no controla el tema de la pandemia, ni la crisis que esto provocó.

“Este es un tema tributario, empresarial y político. Se hizo ya una licuadora política y también social porque, como son tiempos de pandemia, ahorita cualquier gobierno, del país que sea, cuando quiere implementar un tipo de medida fiscal, no son los momentos”, comentó Aribel Contreras, coordinadora del programa de Negocios Internacionales de la Universidad Iberoamericana (Ibero).

La reforma fiscal, explicó el ex embajador Valdivia, “introducía IVA a algunos artículos que hoy no lo tienen: alimentos, medicinas; introducía algunos impuestos a la riqueza, a la acumulación de riqueza; con excepciones que no iban a tocar a la clase media, sino a la clase media alta de manera parcial.

El dinero adicional, obtenido por estos cambios, se iba a utilizar para tres cosas:

1. Dar viabilidad al Estado colombiano, luego de un año en el que no recaudaron casi nada.
2. Dar viabilidad a los inversionistas extranjeros para que sus calificaciones no cayeran.
3. Seguir financiando programas sociales.

Sin embargo, luego de una mala estrategia de comunicación, coincidieron los analistas consultados, la oposición política aprovechó los vacíos que quedaron sin explicar para su beneficio.

“La reforma no era extremadamente agresiva. Era negociable porque el gobierno así lo había presentado, era una reforma necesaria, pero estuvo muy mal comunicada y fue muy manipulada por los adversarios del gobierno y construida en una historia que tergiverso todo lo que la reforma realmente era”, señaló Arnulfo Valdivia, quien además tiene residencia parcial en Colombia y es dueño de una empresa en aquel país.

Ese manejo de la información de parte de los opositores provocó que los jóvenes, que no ven movilidad social en su país, la clase media y otros sectores se manifestaran en contra de la reforma.

¿Qué sigue?

Luego de lo ocurrido con las protestas, que continúan ocurriendo en Colombia, y de haber dado marcha atrás con la reforma fiscal, la incertidumbre seguirá en el país sudamericano hasta conocer el resultado de la elección presidencial que tendrá lugar el 29 de mayo del próximo año.

“Existe la posibilidad de que gane Gustavo Petro -ex guerrillero del M19-. Todas las encuestan indican que el que va a adelante es Gustavo Petro, quien ha dicho abiertamente que quiere instaurar un Estado comunista, socialista, un Estado tipo Venezuela y eso genera mucha incertidumbre”, advirtió Valdivia.

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La ubicación geográfica, hasta ahora las condiciones estructurales –Estado de derecho, certeza jurídica, mercantil-, así como mano de obra calificada y un gobierno orientado a la libre empresa; son condiciones que dan a Colombia competitividad y la vuelven atractiva para la llegada de capital extranjero y empresas.

Antes de las elecciones del próximo año, Colombia debe resolver el problema de COVID –es un país de 47 millones de habitantes con 30,000 nuevos casos al día-, señaló Arnulfo Valdivia. Además, el gobierno deberá buscar un pacto nacional que ponga fin a las marchas y la violencia y, así, “generar algunas medidas para que la gente regrese a sus casas y el poco trabajo que haya se empiece a retomar”.

A pesar del panorama actual, “en cuanto a marca país y la atracción de capital extranjero, me parece que Colombia seguirá siendo un país taquillero, atractivo”, y el cual puede complementarse con otras naciones como Brasil, México, Chile y Argentina, aseguró Contreras de la Ibero.

Otras promesas latinoamericanas sin cumplir

Además de Colombia, países como México, Argentina, Chile y Brasil se han quedado a la orilla y no han logrado el anhelado despegue para dejar de ser países en vías de desarrollo, ¿por qué?

“Las malas políticas económicas son las que frenan el crecimiento” y rezagan más a economías de países como los antes mencionados en comparación con las naciones desarrolladas, dijo Gabriela Siller, directora de análisis económico-financiero de Banco Base.

A esto se le suman problemas como la corrupción, “el peor cáncer de cualquier sociedad porque lleva a cualquier país a una terrible crisis”, sostuvo Aribel Contreras al tiempo de poner como ejemplo casos como el de Argentina y Brasil.

“La crisis de Argentina empezó en la época de Carlos Saúl Menem, cuando quiso poner que un peso argentino valiera lo mismo que un dólar; el tiro de gracia fue con Cristina Fernández de Kirchner y toda la corrupción que tejió”, señaló Contreras.

Y Brasil, una “mega potencia regional” que venía creciendo bien en los últimos años, sin embargo, “la ambición de sus gobernantes los lleva a cometer unos terribles fraudes. Ya Lula da Silva pagó cárcel por actos de corrupción, abuso de poder. La más avorazada fue Dilma, donde se le comprobó que había metido la mano e infló los costos de los estadios de futbol que se construyeron para el Mundial, donde ella y su gente más cercana simularon operaciones y sus cuentas bancarias fueron las que se inflaron”, agregó.

Un tercer problema tiene que ver con la desigualdad en la región, la cual genera desigualdad social, y esta se traduce en “políticas de corto plazo que duran mientras el gobierno en turno dura”, lo que impide planear y aplicar programas de mediano y largo plazos capaces de permanecer en el tiempo, dijo el ex embajador de México en Colombia.

“En América Latina solo tienes de dos: llegar al poder con los billetazos de la clase alta o con el discurso populista que convence a las clases bajas y medias bajas”, lo que genera un efecto de péndulo que hace que cada corriente, cambie la visión y la forma de hacer política 180 grados cada que cambia la corriente que asume el poder, agregó.

A decir del ex embajador de México en Colombia, “es posible que haya una representación adecuada de todos los grupos, pero es difícil porque hay que romper estructuras añejas, enraizadas; muy incrustadas no solo en la sociedad, sino en la mente”.

Es precisó entender que cosas como el modelo de desarrollo se tienen que blindar para lograr un desarrollo humano para todos los grupos, señaló.

China

En los últimos años el gigante asiático, aprovechando los movimientos sociales, las fracturas políticas y el avance del populismo, se ha acercado a las naciones latinoamericanas para ganar terreno por dos vías: las vacunas contra el COVID-19 y la deuda.

“Lo preocupante, es que esta diplomacia de la deuda –China promete invertir en grandes obras de infraestructura, pero el país queda anclado por décadas-. Prácticamente los gobiernos están vendiéndole el alma al diablo”, advirtió Aribel Contreras.

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