Así es la 'caza' de la gasolina en la Ciudad de México
La estrategia del nuevo gobierno para combatir el robo de combustible ya afecta a los automovilistas de la Ciudad de México. Ante las informaciones de un posible desabasto en la capital, muchos se han lanzado esta semana a la caza de una estación con servicio, dispuestos incluso a esperar más de una hora en las filas para conseguir su objetivo.
Fernando Piña, conductor de Uber, es uno de ellos. Lleva 40 minutos empujando su auto en una fila improvisada en la lateral izquierda de Xola. "Yo no vengo por el pánico, pero se me acabó mi tanque ayer, y si no cargo, no trabajo", cuenta.
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La estación de servicio ES 10713, en la intersección de Xola con Tlalpan, tiene apenas dos bombas. La fila casi llegaba a Isabel la Católica: es una línea de unos cuarenta autos, pero los coches no pitan, no hay prisa por rebasar al de delante, y los pilotos y copilotos esperan impasibles, con el rostro como bidones vacíos.
"Nadie viene a cargar aquí en un día normal, y mire ahora”, dice uno de los cuatro encargados. Trabaja a toda velocidad para atender las dos filas de autos que ahora esperan que no se termine el suministro de la estación. Al mediodía, los encargados calculan que el suministro durará unas cuantas horas más. Y luego se agotará.
Estas escenas se repiten en gran parte de la ciudad, y varias estaciones de servicio ya se quedaron sin combustible.
A dos cuadras, del otro de Xola, un muro improvisado de botes impedía el acceso a las dos bombas de la estación ubicada en la esquina con Isabel la Católica. “Llevamos desde ayer en la noche sin gasolina”, dice una dependienta, mientras su compañero desayuna. Los autos se acercan con la esperanza de haber encontrado una gasolinera vacía en la que cargar, pero pronto se dan cuenta de que el supuesto oasis es un espejismo. “¡No hay gasolina, ya le dije!”, grita la dependienta a un taxi.
En esta zona de las colonias Narvarte Poniente, Álamos, Viaducto Piedad, Doctores y Buenos Aires se repiten momentos como estos. “Vengo de allá, de Torres de Adalid, y ya se acabó”, dice José Luis Flores a bordo de su taxi. Este conductor estuvo a cuatro autos de cargar su tanque, pero la estación junto al metro Eugenia se quedó entonces sin suministro. “Me dijeron que fuera hasta Cuautitlán a cargar, pero cómo voy a llegar con un cuarto de tanque, y ni siquiera sé si va a haber”, dice mientras se dirige a otra gasolinera en la Colonia Buenos Aires. Pero la fila de casi cuatro cuadras lo desanima, y prefiere emprender la marcha hacia otra que se encuentra en la calle de Orizaba.
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¿Pánico o realidad?
En parte, esta situación la han provocado las compras de pánico que han generado las noticias sobre la falta de suministro en otros estados del país. Sin embargo, también se debe a la intermitencia en el abasto de gasolinas por parte de Pemex a través de las terminales que alimentan a la Ciudad de México.
El gobierno federal y Pemex han pedido paciencia y han solicitado a los conductores que eviten las compras de pánico, repitiendo una y otra vez que no hay desabasto. Pero la realidad en la calle, ya sea por esas compras de pánico o por los problemas en el transporte de los combustibles, muestra otra cosa.
“Sería mejor que me dijeran que no va a haber gasolinera, así mejor no salgo a trabajar. Pero uno come diario”, dice José Luis. Este taxista tiene planeado un viaje para llevar a alguien al aeropuerto en la tarde, por lo que mira su reloj con angustia, porque sabía que, si no hallaba gasolina, iba a tener que cancelarlo.
En las filas —donde los conductores hacen más caso a su celular que al vehículo de delante— destacan las camionetas familiares y autos compacto, pero también abundan las camionetas pequeñas de servicio, como las de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), servicios de Telmex y las motos repartidoras, además de taxis y autos de Uber, Cabify o Didi.
Miguel Ángel Ríos, otro taxista, sí tuvo suerte de llegar a la bomba a tiempo para que le despacharan, pero al cargar, le dijeron que el consumo estaba limitado a 300 pesos por vehículo, y sólo tenían Premium. Apenas le dio para 14 litros para su tanque.
“Esto me va a durar 4 horas. Pero es lo que había”, dice, resignado a seguir trabajando con lo que tuviera disponible. Pasó una hora en la fila para esperar estas pequeñas gotas, y la estación ya estaba a punto de quedarse sin suministro cuando apenas eran las 2 de la tarde.
Los dependientes aseguran que la afluencia crecerá todavía más a partir de las 5 de la tarde, pero sabían que era menos probable que tuvieran combustible para esas horas.
Las autoridades se han limitado a pedir paciencia y asegurar que existe el suministro, pero las intermitencias parece que continuarán en los próximos días, debido a que la mayor parte del suministro a las terminales se está por pipas, en lugar de los habituales ductos, lo que retrasa y complica la logística para llevar el combustible a cada una de las casi 350 estaciones que surten a la Ciudad de México.
Se acerca el fin de otro día con problemas en el abasto de combustible, y las colas de autos sedientos de gasolina seguirán afectando el tránsito y las vidas de los capitalinos, a la espera de ver si la estrategia para combatir el llamado huachicoleo ofrece algunos resultados.