La inseguridad impulsa el negocio de los autos blindados
La industria del blindaje automotriz en México ha pasado de ser un privilegio exclusivo de la policía a lograr crecimientos de doble dígito entre los consumidores de las clases pudientes.
Este tipo de manufactura llegó al país en 1973, como parte de un refuerzo táctico exclusivo para las patrullas de la policía. En 1995 se comenzaron a blindar vehículos particulares, y actualmente es un mercado que sube a buen ritmo: entre 2017 y 2018, la actividad creció 23%, según datos de la Asociación Mexicana de Blindadores de Automotores (AMBA).
Esta tendencia refleja “las condiciones complejas de seguridad que se viven en el país”, pero también muestra “el buen desempeño técnico” del sector, considera Mauricio Garibaldi, director comercial de WBA Blindajes, una empresa que cuenta con presencia en México, Alemania y Brasil.
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Sin embargo, hay factores macroeconómicos que pueden frenar este dinamismo, añade el directivo. Uno de los más importantes es que los vehículos se venden en dólares, y con la paridad cambiaria actual, esto afecta a las compañías del ramo. Algunos de los materiales necesarios para proteger un automóvil, como la fibra de aramida (o kevlar) y el acero troquelado, se importan de Canadá, Alemania y Suecia. “Aunque el precio del blindaje ha venido a la baja, como está relacionado al tipo de cambio, los costos han subido. Por ello suben los precios para el cliente, y disminuye nuestra rentabilidad”, enfatiza Garibaldi.
En México se suelen comercializar autos blindados de tres categorías. El principal es el nivel tres, que concentra el 70% de las ventas, y que en promedio cuesta cerca de 32,000 dólares. Este tipo de blindaje protege al conductor del disparo de una pistola Magnum .44, la más poderosa entre las armas cortas, y agrega al vehículo un peso adicional promedio de 420 a 460 kilogramos.
Por su parte, el nivel cuatro brinda protección ante armas largas y suma 720 kg. al auto, en promedio, por un costo de 50,000 dólares. Y los autos de nivel cinco y seis resisten ataques de explosivos, granadas e incluso proyectiles penetrantes de blindaje. Pueden pesar hasta 1.2 toneladas y costar más de 72,000 dólares.
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Transparencia
Para evitar que el servicio de blindaje se preste a miembros de la delincuencia organizada, Garibaldi refirió que existe un protocolo de rendición de cuentas ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
“Por ley, cada blindaje que nosotros hacemos lo tenemos que documentar, es decir, registrar a quién se lo hacemos. Entonces, tienen que presentar desde un acta constitutiva, información del representante legal, RFC, CURP y domicilio fiscal. Con esa información, ya podemos vender a empresas y personas físicas”.