Sin embargo, el directivo consideró positivo el inicio de la construcción del aeropuerto en Santa Lucía. El riesgo radica en la competitividad que el país podría perder en materia de conectividad frente a otras regiones, aunado a la seguridad de interconectar el proyecto en la base militar con el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y el Aeropuerto Internacional de Toluca.
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“Hay una discusión muy fuerte en el rediseño del espacio aéreo para poder acomodar los tres aeropuertos mexicanos, esa parte es bastante positiva, pero dependerá de cómo las aerolíneas serán divididas en cada uno de los aeropuertos. Para continuar con el crecimiento de la aviación mexicana, se tendrá que hacer una división de qué aerolínea va a cada aeropuerto, y eso mostrará en el futuro si la aviación estará más o menos conectada dependiendo de la decisión gubernamental”.
De Oliveira consideró que la postura del gobierno mexicano ha cedido, pero que aún considera difícil la interconectividad aeroportuaria propuesta por la administración federal.
“Una cosa bastante positiva es que, después de un tiempo, el gobierno mexicano comenzó a escuchar un poco más a la industria aerea. El tema número uno es la seguridad, operar tres aeropuertos en el mismo espacio aéreo requiere de coordinacion fuerte e importante (…) Tener dos aeropuertos, uno conectando con el otro, realmente no va a funcionar bien, y el gobierno tiene que escuchar bastante a la industria”, dijo el directivo.
México es el segundo mayor mercado aéreo de transporte de pasajeros, con un flujo de 96.4 millones de usuarios durante 2018, por debajo de Brasil, que transportó más de 103 millones de pasajeros.