La departamental ancla del centro comercial, Liverpool ya está llena. Abrió sus puertas a las 8 de la mañana y desde entonces comenzó el trasiego. En la zona de calzado para mujeres, ya se apilan cajas y consumidores probándose varios modelos, pero la multitud está en electrónicos, donde más de 20 asesores de ventas intentan darse abasto.

Los consumidores no llegan desinformados a las tiendas. Un hombre lleva en su celular la imagen de la pantalla que quiere comprar, y busca si el precio es similar. En otras tiendas, los vendedores comienzan a llenar los estantes de ropa, perfumes, zapatos. Algunos ya están haciendo fila a la entrada esperando a los primeros clientes.
En otra tienda, la boutique de Swarovski, un hombre entra preguntando qué descuentos hay y qué opciones de financiamiento tienen. No se detiene a mirar las piezas de joyería, pide un rinoceronte que ya tenía en una imagen en su celular.

En otros establecimientos, la dinámica es similar. La gente pregunta por las opciones de financiamiento, busca descuentos y qué tienda ofrece la mejor opción. Algunos miran otros comercios en línea en su celular, hay quien llama para preguntar si la oferta es atractiva o qué comprar porque no está a disponible el producto que buscaba. No todo son bienes duraderos.