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Absolut utiliza el arte como eje de su estrategia para conectar con millennials

Con una edición especial, Absolut reactiva su archivo artístico para sostener relevancia cultural en un mercado saturado.
vie 26 diciembre 2025 09:38 AM
La fórmula de Absolut para reconquistar a los millennials: convertir sus botellas en piezas de arte
La marca apuesta por el art marketing y la nostalgia como palanca de conexión cultural con los millennials. (Cortesía)

En un mercado saturado de mensajes inmediatos y lanzamientos de corta vida, Absolut decidió volver a una de sus colaboraciones más emblemáticas del pasado. La marca lanzó Absolut Haring, una edición especial que recupera su vínculo con el artista Keith Haring y coloca al arte y la nostalgia como ejes centrales de su estrategia para sostener vigencia cultural.

La apuesta no responde a la melancolía, sino a una lectura generacional. Para los millennials, la botella de Absolut forma parte del paisaje cultural con el que crecieron, más allá de su función como bebida. En ese cruce, la nostalgia se ha convertido en un lenguaje eficaz para reconectar con audiencias que hoy valoran los símbolos, las historias y los objetos con significado.

Desde ahí, el art marketing aparece como una herramienta estratégica. La marca reinterpreta su archivo cultural desde el presente y lo convierte en valor de marca, una vía que en los últimos años también ha sido adoptada por otras marcas de consumo que buscan relevancia ante la saturación de propuestas.

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“Absolut siempre ha creído en el poder del arte para despertar algo más grande. Nuestra trayectoria con Keith Haring comenzó hace casi 40 años. Este lanzamiento recupera esa alianza, en un momento donde las marcas necesitan volver a conectar desde lo simbólico”, explica María Fernanda Gálvez, senior brand manager de Absolut.

Desde los años ochenta, Absolut convirtió su silueta en un lienzo. La colaboración con Andy Warhol en 1985 marcó el inicio de una relación con el mundo del arte que redefinió la forma en que una marca de bebidas podía insertarse en la cultura visual. Keith Haring fue el segundo artista en intervenir la botella, llevando su lenguaje gráfico y su idea de arte accesible a un objeto cotidiano.

Esa herencia vuelve a activarse en un contexto distinto. Para la marca, la referencia a Haring es un homenaje histórico, pero también los mantiene vigentes. “Haring defendía que el arte debía estar en la calle y al alcance de todos. Ese principio sigue conectando con lo que hoy buscan las nuevas generaciones. Un objeto cotidiano puede transformarse en una pieza con significado cultural”, señala Gálvez.

En ese cruce, la nostalgia cumple una función estratégica. Para los millennials, Absolut remite a memoria, coleccionismo y creatividad. Para audiencias más jóvenes, el arte se convierte en un punto de entrada que legitima a la marca dentro de la conversación cultural contemporánea.

Absolut Haring materializa esa lectura a través de un diseño intervenido con figuras en relieve, tipografía especial y un código QR que remite a archivos originales de la campaña de 1986. La botella funciona como un objeto híbrido, a medio camino entre pieza de colección y producto de consumo, capaz de circular tanto en la mesa como en el imaginario cultural del consumidor.

El auge del art marketing

En los últimos años, el art marketing ha ganado terreno como respuesta a la saturación publicitaria y a la búsqueda de diferenciación en anaquel. El arte ha pasado de ser un recurso estético a una herramienta para construir significado y permanencia.

Marcas como Bonafont han apostado por ediciones intervenidas por artistas mexicanos para transformar un producto cotidiano en un objeto coleccionable. Durante varios años, sus botellas se agotaron y generaron repetición de compra impulsada por el diseño. Santa Clara siguió un camino similar al celebrar su centenario con ediciones especiales desarrolladas junto a Pineda Covalin, donde el arte funcionó como un vehículo de identidad y legado.

En otros casos, la apuesta ha ido más allá del empaque. Nivea realizó en México su primera intervención artística a nivel global, mientras que Nacional Monte de Piedad recurrió a murales, exposiciones e instalaciones para conmemorar sus 250 años. En todos ellos, el arte operó como un puente entre marca, cultura y conversación pública.

En el caso de Absolut, las ediciones especiales alcanzan una rotación total en anaquel en menos de tres meses, un desempeño que difícilmente logra un producto de línea. La marca ha lanzado más de 100 ediciones especiales, una estrategia que ha fortalecido el vínculo con el coleccionismo y el valor simbólico del empaque.

“No se trata de seguir tendencias efímeras, partimos de colaboraciones que forman parte de nuestra historia y que tienen un sentido cultural claro. Esa profundidad creativa es lo que permite que una edición siga siendo relevante con el paso del tiempo”, detalla la ejecutiva.

La consistencia de esta estrategia convive con un desempeño financiero estable. En los últimos tres años fiscales, las ventas netas de Absolut crecieron a una tasa compuesta anual de 4%, mientras que su desempeño en Norteamérica se ha mantenido.

Para Absolut, el arte opera como una herramienta de conexión sostenida, capaz de activar memoria, conversación y valor de marca al mismo tiempo. Más que un adorno creativo, se convierte en una forma de construir relevancia en el largo plazo, especialmente con una generación que reconoce en los símbolos compartidos una razón para volver a elegir.

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