
MIGUEL ALEMÁN
¿Recuerda cuándo conoció a Carlos Slim?
Lo conocí como se conocen las cosas más importantes en la vida, que a veces pasan sin fecha ni horario. Conocí a Carlos Slim, a quien llevo seis años de diferencia, desde muy joven. Nos gustaba ir a fiestas donde se organizaban bailes en los que Carlos eran un campeón para bailar rock & roll y mambo. Tuvimos la oportunidad de conocer a chicas muy lindas y era importante aprender los bailes de moda, aunque a mí me gustaban las piezas lentas y románticas.
¿Cómo es Slim como amigo?
Carlos, como amigo, confunde la palabra "amigo" con "hermano". Su relación de aprecio, cariño y generosidad de corazón trasciende las barreras por su sencillez, honestidad y, sobre todo, por su modo de vivir. Muchos años antes de que el presidente López Mateos dijera: "El que no tenga un amigo árabe, que lo consiga"; nosotros ya habíamos consolidado esta relación y compartíamos muchos intereses en común.
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Como ser humano, ¿qué destacaría de él?
Primero que nada, que es un hombre de familia, es un hombre leal a su herencia, a la memoria de su querida Soumaya, con quien tanto compartíamos Christiane y yo... en verdad era una linda señora. Es un hombre que tiene una vocación enorme por ver formas de hacer el bien, de una gran generosidad muy discreta. No le gusta que le reconozcan las aportaciones y las donaciones que realiza, ya que más que un regalo de dinero, él lo ve como una inversión social en cultura y talento que, de acuerdo con su razonamiento, necesariamente ha de dar un dividendo intangible de largo plazo al México que él valora tanto. Es innegable el amor que hasta la fecha tiene por su desaparecida y querida esposa Soumaya, por mantener a todos los miembros de su familia unidos, así como el hecho de llevar una vida que no raya en el derroche ni en la opulencia, sino una vida con modestia y profunda discreción.