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3 razones que frenan a México para aprovechar el comercio automotriz con Brasil

Aunque ambos países firmaron un acuerdo de libre comercio para la industria el año pasado, 2019 fue más redituable para el país sudamericano.
mar 18 febrero 2020 05:00 AM
Autos
Brasil fue el cuarto mayor destino de las exportaciones automotrices mexicanas en 2019.

Ha pasado casi un año desde que México y Brasil libraron de aranceles el comercio automotriz. Mediante la firma del Acuerdo de Complementación Económica 55, los vehículos ligeros con un índice de contenido regional de 40% pueden fluir sin gravámenes entre ambos países, un factor que ha influido para un dinamismo que no ha resultado benéfico para ambos países.

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El envío de unidades de México hacia Brasil cayó casi 38% en 2019, lo que implicó una disminución de más de 24% en el valor comercial, equivalente a más de 323 millones de dólares (mdd). Sin embargo, Brasil aumentó el valor de sus exportaciones automotrices hacia México en 51.4%, al pasar de 433.6 mdd a más de 656 mdd.

Los datos y especialistas del sector apuntan a que parte de esta dinámica se podría explicar por causas internas y externas del mercado brasileño y mexicano, además de otros factores como el segmento de vehículos que atiende la producción de cada país y condiciones específicas en materia de impuestos.

1. Un mercado brasileño en recuperación

Aunque el mercado interno de Brasil viene de un alza de 8.4% en sus ventas –acumulando 2.7 millones de unidades colocadas–, también se recupera de una contracción de 1 millón de autos por debajo del récord alcanzado en 2012, lo que se suma a otros factores externos que no detonan la necesidad de importar vehículos.

“Es poco probable que haya más demanda de vehículos mexicanos entre la crisis en Argentina, el mayor mercado de exportación para Brasil por su cercanía geográfica”, explica Guido Vildozo, analista del Mercado de autos ligeros para las Américas de IHS Markit.

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Debido a la situación del mercado brasileño, orientada a un mayor consumo de vehículos hechos en casa, el impacto del acuerdo comercial no ha sido el mejor.

“En otras épocas, hace tres o cinco años, la reacción del mercado habría sido más positiva. El mercado brasileño es importantísimo, es casi el triple que el mexicano, pero el problema es que no hay fortaleza de ninguno de los dos mercados”, consideró Manuel Valencia, académico del Tecnológico de Monterrey.

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2. La fabricación de mismos modelos en ambos países

Debido a que casi ocho de cada 10 vehículos fabricados en México tienen como destino el mercado estadounidense, la producción nacional está muy orientada a las preferencias de aquel país, que no necesariamente son similares a las del mercado brasileño. Esto deriva en un bajo atractivo de los autos mexicanos en el país sudamericano, explica Brais Álvarez, analista automotriz de la consultora J.D. Power.

“Si hablamos de los modelos Versa y March de Nissan, por ejemplo, se producen en ambos mercados, además del Kicks. Esto pone limitantes en el potencial que puede tener México para exportar hacia Brasil, más aun tomando en cuenta que algunos de los carros que no produce Brasil y sí produce México son mucho más grandes, acomodados al mercado estadounidense”, agrega Vildozo.

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Esta tendencia podría ser mitigada si la industria mexicana se enfoca en vehículos que el mercado brasileño no tiene, como los del segmento de lujo, en el que la producción nacional se ha tornado más competitiva con la apertura de plantas como la de BMW, que inició operaciones en San Luis Potosí en 2019.

“Me arriesgaría a decir que somos de los países con mano de obra atractiva que más vehículos de lujo produce (…) Ellos hacen modelos atractivos, como el estilo crossover, más estilizados y deportivos. Tienen esa ventaja de podernos ofrecer esos productos, que aquí tienen mucha demanda. Ese es un punto fuerte para México porque además le ayuda a cumplir el contenido regional de 40%”, puntualizó Álvarez.

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3. La barrera de los impuestos

Un tercer factor que pone presión al comercio automotriz con México –y otros mercados– es un esquema impositivo complicado, de la cual la misma industria brasileña es consciente.

“Siempre he dicho que la industria automotriz brasileña doméstica es extremadamente competitiva (…) Sin embargo, nuestra fortaleza termina cuando salimos de nuestras fronteras, ya que nuestros productos no pueden competir internacionalmente (…) La respuesta radica en el costo brasileño, una combinación dañina de leyes obsoletas, burocracia excesiva y deficiencia de infraestructura, así como un viejo sistema tributario que es una verdadera locura”, dice Luiz Carlos Moraes, presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores (ANFAVEA, por su sigla en portugués).

En el Anuario de la Industria Automotriz Brasileña 2020, Moraes refiere que tan sólo en la labor de cálculo de impuestos, la industria gasta 2,300 millones de reales (más de 9,800 millones de pesos), con una estructura fiscal que no ha ayudado a establecer reglas claras para los importadores mexicanos.

“Es incierto qué es lo que tienes que pagar (…) Es casi como el Impuesto Sobre la Renta que tiene un tabulador; ese tipo de complejidades no dan claridad”, concluye Álvarez.

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