Al inicio de año, este la ANPEC contabilizaba 1.2 millones de comercios, y prácticamente todos se han visto afectados, sobre todo en estados como Puebla, Oaxaca y Veracruz. La baja en el gasto de los consumidores impide costear los costos fijos, como el pago de energía eléctrica y las rentas, explicó Rivera en la presentación de la treceava Encuesta por una Reactivación Económica.
“Una encuesta previa reveló que en el primer trimestre de la pandemia −cuando se implementaron las medidas de distanciamiento social y se ordenó el cierre de actividades no esenciales− llevábamos el cierre de más 150,000 negocios. Ahora, la posibilidad de regresar al semáforo rojo hace que muchos negocios vuelvan a temblar”, declaró el líder de la ANPEC.
Este impacto en la microeconomía se ha convertido en el mayor reto para los pequeños comercios, incluso por encima que la nueva norma de etiquetado frontal para alimentos, que busca reorientar la intención de compra de los consumidores mexicanos hacia productos más saludables. Seis de cada 10 tendidas en México no ha tenido impactos en sus ventas a raíz de esta normativa, que entró en vigor en una primera fase el 1 de octubre.
El panorama es distinto respecto a la limitante en la venta de productos de alto contenido calórico a menores de edad: nueve de cada 10 tenderos opina que estas medidas sí tendrán un impacto en sus ventas.
El representante de los pequeños comercios añadió que entre los productos que se han dejado de consumir desde el inicio de la pandemia están los de aseo personal, embutidos, lácteos y confitería, por el contrario, se ha elevado la compra a granel de azúcar, arroz y frijol.
Las tiendas de barrio han visto desaparecer el formato de surtido de despensa quincenal o mensual, dado que los consumidores ahora solo adquieren productos para el consumo diario, por lo que acuden con más frecuencia a realizar compras, pero con un ticket promedio menor.
"La gente no consume porque no tiene poder adquisitivo y aquellos que tienen dinero no se atreven a gastarlo", dice.