Las empresas del segmento low-cost han visto un cambio similar. En el caso de Volaris, entre enero y septiembre, los ingresos por tarifas representaron seis puntos porcentuales menos del total de ingresos que en 2019, al pasar de 66% a 60% en 2020. De manera opuesta, las ventas por concepto de otros ingresos –como servicios a bordo y de equipaje– subieron cinco puntos porcentuales, mientras que los ingresos no relacionados con pasajeros pasaron de un índice de 2% a 4% en el periodo de enero a septiembre.
En el caso de Viva Aerobus, los papeles también se han invertido. En los primeros nueve meses de 2019, 56% de los ingresos provinieron de la venta de boletos, y 44% de ingresos complementarios, mientras que, para este año, la mayoría de los ingresos se concentró en los ingresos complementarios (54%), mientras que las tarifas aportaron 46% del total de ventas.
Esta recomposición responde a una necesidad de generar nuevas fuentes de ingresos, refiere Julián Fernández, analista de Bursamétrica, como ocurre con el caso de Aeroméxico, que ante el cierre de mercados cruciales como el europeo, han acelerado el paso en otras unidades de negocio como la carga, que repuntó 5% hasta septiembre.
Incluso Aeroméxico repuntó en el segmento de vuelos chárter –de contratación privada o por otros canales no comerciales–, donde los ingresos pasaron de 3 millones de pesos en los primeros nueve meses de 2019, a 115 millones para el mismo periodo de 2020, impulsado por el transporte de insumos médicos y otros productos.
En el caso de las aerolíneas del segmento low-cost, un mayor porcentaje de las ventas por ingresos adicionales sugiere una amplia resiliencia de este modelo de negocio, considera Alejandro González, analista de Intercam Casa de Bolsa.
“Lo que llama la atención es la parte de los ingresos adicionales, que ya representan un mayor porcentaje. Aerolíneas como Volaris y Viva Aerobus, por su estrategia de ultra bajo costo, tienden a llegar a estos resultados”, indica.