Las pláticas continuaban hasta ayer miércoles, al filo del plazo. El punto álgido entre las compañías radica en la velocidad de extracción de crudo a la que debe estar sometido el campo, según ha asegurado una fuente con conocimiento del tema.
Una de las partes busca una acelerada explotación del campo, mientras que la otra no está de acuerdo con esto y busca que el proceso sea más perdurable en el tiempo, ha dicho la fuente.
El anuncio de la operación del campo se dará en un momento álgido para el mercado que nació con la reforma energética, debido a los últimos cambios hechos por la administración federal al mercado eléctrico, el otro sector que se abrió a la iniciativa privada con el cambio constitucional de finales de 2013.
Ambas empresas han expresado su interés por hacerse de la operación del yacimiento, aunque la compañía privada, que tiene como socios a la alemana Wintershall Dea y a Premier Oil, lleva la delantera en cuanto a inversiones hechas y conocimiento de la geografía del campo, de acuerdo con los planes entregados a la Comisión Nacional de Hidrocarburos, el regulador del mercado.
Desde marzo pasado, la estadounidense Talos se dijo lista para presentar su plan de desarrollo al regulador. La empresa ha argumentado que cuenta con el capital financiero y tecnológico para llevar la explotación del campo a su máximo potencial y beneficiar a la estatal con la producción, que podría sumar a la meta gubernamental que recientemente se ha reducido a 2 millones de barriles diarios de petróleo para finales del sexenio, desde los casi 2.7 planteados al inicio.
Pero la estatal también ha defendido su capacidad para hacerse de la titularidad del proyecto. La compañía asegura que Zama representa un tema de interés nacional, pues forma parte de un plan de largo plazo que busca formar un polo de desarrollo con Nikita y Chamak, dos campos potenciales propiedad de la petrolera estatal.
Los especialistas del sector no dudan de la capacidad técnica de Pemex para operar Zama, toda vez que se encuentra en aguas someras, una de las especialidades de la compañía y en donde ha decidido centrar sus operaciones en los últimos años. Pero el punto débil, advierten, radica en la poca capacidad financiera de la empresa, que atraviesa su peor crisis financiera de la historia motivada por la pandemia de coronavirus y un histórico mal manejo de la compañía, según ha admitido Pemex en sus reportes financieros recientes.