La autopista de peaje de 62 km, que conecta Milán y Brescia, entró en operación en 2014. El activo, cuya concesión termina en 2040, se ubica en la región de Lombardía, una de las zonas más prósperas e industrializadas de Italia y Europa.
Brebemi ahora encabeza un proyecto de electrificación de un tramo de un kilómetro de la autopista, denominado Arena del futuro. En el proyecto también participan otras empresas –entre ellas Electreon y Stellantis–, escuelas –como el Politecnico di Milano, la Universit Roma Tre y la Universit di Parma– e instancias gubernamentales.
“Este proyecto surgió hace tres años en una intensa discusión de intercambio de opiniones sobre cómo debería ser el sistema de recarga”, dice en entrevista Francesco Bettoni, presidente ejecutivo de Brebemi.
Esta empresa concesionaria de carreteras está pagando la factura del proyecto piloto, mientras que la compañía israelí Electreon suministrará el sistema de recarga inalámbrica.
La tecnología consiste en una serie de dispositivos electromagnéticos que se colocan unos 20 centímetros debajo del asfalto y que permiten recargar las baterías de los vehículos eléctricos mientras circulan por la carretera.
Electreon ya realizó un ensayo en Tel Aviv. También está experimentando con carreteras electrificadas en Suecia y Alemania. La prueba que ahora está comenzando en Italia es la primera del mundo que involucra una autopista, donde el costo de la instalación –dice Bettoni– es de 2 millones de euros por kilómetro.
La carga inductiva estará disponible en un tramo cerca de la salida de Chiari Ovest, que estará alimentado con una potencia eléctrica de 1 megawatt. En este tramo se instalarán dispositivos electromagnéticos que podrán transferir electricidad a las baterías de los vehículos eléctricos de forma completamente inalámbrica, similar a los dispositivos para los smartphones.
Para Bettoni el beneficio de esta tecnología es claro: si los vehículos eléctricos pudieran recargarse mientras viajan por la carretera, se reduciría la dependencia a las estaciones de carga. Otra ventaja es que si la carga eléctrica durante la conducción fuera posible a gran escala, los vehículos de baterías podrían recorrer largas distancias sin tener que parar.