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La número 2: Pemex, petrolera en picada

Por primera vez, Pemex pierde su corona en el ranking de ‘Las 500’. Estas son las decisiones y circunstancias que le han hecho dejar de ser la principal empresa del país.
mar 22 junio 2021 05:01 AM
Pemex
A la crisis de la petrolera se sumó la sanitaria el año pasado y sus ventas cayeron 32%.

Pemex ya no es el gigante que impulsó las finanzas nacionales y llevó al país al boom petrolero en la década de los 80. Basta echar un vistazo a su deuda o a sus ventas. Pero en la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, la visión es distinta y continúa depositando en la estatal la principal promesa de crecimiento de la economía nacional, aun después de la emergencia sanitaria que derrumbó el precio del petróleo, llevó la demanda de combustibles a su punto más bajo en décadas y arrastró a la compañía a su peor crisis financiera.

Desde que inició el sexenio, el presidente López Obrador ha mantenido un férreo discurso que defiende lo que denomina el “rescate” de la Comisión Federal de Electricidad y de Pemex. La premisa no ha cambiado aun con la irrupción del coronavirus, que llevó a un gran número de petroleras a bajar el nivel de producción o cerrar algunas de sus refinerías y disminuir la extracción de crudo, ya que los bajos precios mermaron la rentabilidad de la actividad, considerada la más redituable del sector.

Pero la compañía que dirige Octavio Romero Oropeza no cambió su estrategia. Siguió, sin bajar el ritmo, la construcción de la refinería Dos Bocas, optó por dar continuidad al plan de mantenimiento del resto de los complejos de refinación e incrementar su uso y bajó marginalmente los niveles de producción de crudo, principalmente, por un forzado acuerdo con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

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Los mercados esperan un cambio en su plan de negocios, pero no hay nada que indique otra estrategia, al menos no en el último documento de la estatal en el que detalla sus pasos hasta 2025. Ninguna nueva participación de privados y el enfoque en refinación siguen siendo las bases del plan.

La petrolera cerró 2020 con lo que su propia dirección denomina “la peor crisis de su historia”, con pérdidas por casi 481,000 millones de pesos, impulsada mayoritariamente por una variación en el tipo de cambio. En el primer trimestre de este año reportó una pérdida de 37,357 mdp, un revés a las pérdidas históricas del año pasado.

“La combinación de elementos que afectan de manera exógena a la empresa, más las decisiones administrativas y de política pública en el sector energético que se toma- ron previo a la pandemia generaron este panorama muy duro para la compañía”, dice Víctor Gómez Ayala, subdirector de Análisis Económico de Finamex Casa de Bolsa.

Las pérdidas del año pasado no fueron una excepción. Desde 2009 –excepto por 2019–, la compañía cierra todos sus balances financiero negativos, es decir, con gas- tos mayores a sus ingresos. Y los resultados de 2019, se debieron en gran parte al apo- yo gubernamental cercano a 122,000 mdp. Esta ayuda se ha basado en la inyección de recursos y una bajada constante de la tasa del Derecho de Utilidad Compartida (DUC), el impuesto por la extracción de crudo y que representa cerca de 80% de la contribución que aporta la compañía al gobierno federal.

El problema de la deuda

Para este año, la empresa recibirá de la administración 170,000 mdp o cerca de 8,300 millones de dólares como apoyo para mejorar sus finanzas. Los recursos anunciados hasta ahora irán encaminados a pagar las amortizaciones de su deuda, que la coloca como la petrolera con más pasivos a nivel mundial y que la deja con gran exposición a los riesgos cambiarios. Hasta ahora, estos apoyos no han surtido efecto. Sus pasivos cerraron el primer trimestre del año en 113,227 mdd, un aumento de 7% y equivalente al 10.7% del PIB del año pasado.

Un estudio del Instituto Baker de la Universidad de Rice describe a la estatal como un “lastre” para el PIB del país. La apuesta financiera que ha hecho el gobierno no está económicamente justificada, dice, y las razones que han llevado a su apoyo están cargadas de un gran componente ideológico.

La administración federal ha dirigido al rescate económico por la pandemia un monto equivalente al 1.1% del PIB, mientras que los apoyos financieros para la estatal durante este año podrían ser de cerca de 1.4% del PIB, según el documento. “El gobierno ha subsidiado fuertemente a Pemex para que pueda seguir funcionando como lo ha hecho, sin planes de inversión ni de desarrollo de nuevas tecnologías, los resultados son catastróficos”, agrega el estudio.

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La agencia Moody’s, que le quitó el grado de inversión a Pemex el año pasado, considera a la petrolera como el mayor riesgo para la calificación del soberano. Ha advertido que el riesgo de mayor presión a la nota radica en la posibilidad de que el apoyo del gobierno rebase el 1% del PIB.

El gobierno ha decidido reducir la enorme carga fiscal, pero la petrolera no muestra signos de avance. “Este monto de deuda no es atribuible al mal desempeño coyuntural de 2020, sino a la acumulación de déficits financieros pasados, así como de otros pasivos”, señaló el CIEP en un análisis reciente.

El año pasado fue atípico, pero las acciones de Pemex no fueron suficientes para contener la crisis. “El plan de negocios de la empresa le perjudica. (...) Pemex está haciendo lo mejor que puede con las limitaciones de la estrategia de negocios y el balance tan cargado que tiene de la deuda”, dice Nymia Almeida, analista líder de Pemex y Senior Vice President de Moody‘s Investors Service.

A la crisis financiera, se suma que la petrolera no ha cumplido ninguna de sus metas. Primero, canceló el plan de construir dos refinerías para optar solo por una en Dos Bocas, Tabasco, que ya ha rebasado el presupuesto inicial de 8,000 mdd. También redujo su meta de producción de crudo –la más importante en el discurso presidencial– de casi 2.7 millones a dos millones de barriles hacia 2024 y no ha rebasado los 1.7 millones de barriles de producción diaria.

El presidente ha dicho que la decisión de reducir la meta es para mitigar el cambio climático, pero los analistas coinciden en que, antes de esto, la compañía no tenía la planeación ni los recursos suficientes para conseguir tan ambiciosa meta. “No ha entregado sus promesas de producción, por lo menos, de petróleo. Y las promesas que hacen cada vez son menores, o sea, sus objetivos de producción de 2018 a 2020 van disminuyendo, pero ni así está entregando lo que promete”, dice la analista de Moody’s.

La misma situación se ve en refinación. En marzo, el dato más reciente al cierre de este reportaje, Pemex había llevado sus complejos a su uso más alto en casi cuatro años, al procesar 823,000 barriles diarios, pero aún lejos del millón de barriles que había prometido hacia finales de 2019.

Y, ahora, más allá de los apoyos financieros, la administración de extracción morenista ha aprobado dos reformas a la Ley de Hidrocarburos con el fin de reducir la participación privada y fortalecer a la estatal en el mercado de petrolíferos, principalmente, en gasolinas, uno en el que el presidente ha puesto un énfasis mayor.

Los cambios recién entraron en marcha, pero la apuesta por Pemex ya tiene más de dos años y aún no da resultados que hagan pensar que la petrolera no se va a pique.

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