Para los analistas, el entorno de altos precios del petróleo, –que se mantuvieron por encima de los 100 dólares por barril, pero que ya han caído en los últimos meses a medida que se estabiliza la oferta y la demanda– era el momento perfecto para que la compañía apostará por la exploración y producción de petróleo, se centrara en las exportaciones y dejará –al menos por ahora– su intención de aumentar sus niveles de refinación. Pemex renunció en parte al cometido presidencial de dejar de exportar crudo para privilegiar el mercado interno, pero no logró aumentar su producción de petróleo y continuó refinando, a pesar de perder por cada barril que convertía en combustible, a la par que resentía los altos costos de la importación de gasolinas.
La empresa estatal ha cerrado con pérdidas netas los últimos nueve años, según datos recopilados por Bloomberg. Este año podría terminar con esa racha, pero el beneficio pudo haber sido mayor de haber optado por otra estrategia y haber contado con mayor capital para invertir en sus segmentos más rentables, han señalado los analistas.
Las pérdidas de la compañía incrementaron a partir de 2013, cuando una fuerte caída en el precio del petróleo agravó sus finanzas, sin que haya podido recuperarse hasta ahora. Con lo transcurrido en lo que va del año, ya suma alrededor de 9,600 millones de dólares en utilidades, una cifra mucho más alentadora a la cifra récord de pérdidas por 23,800 millones de dólares que anotó en 2020. Pemex pudo haber tenido mejores resultados de haber olvidado por un momento el negocio de la refinación, que ha arrastrado más pérdidas que el resto de segmentos de negocio.
Mientras el resto de refinadores anotaban márgenes récord –que ya han caído en el último trimestre–, Pemex perdió 7 dólares por cada barril de combustible que produjo en los últimos tres meses. La explicación se basa en la baja eficiencia de las seis refinerías de la estatal. El gigante ExxonMobil reportó un margen récord de refinación en el mismo periodo. Ello, sumado a los altos precios del petróleo, llevaron a la estadounidense a reportar utilidades récord por casi 20,000 millones de dólares en tan solo un trimestre.
Saudi Aramco, la compañía de petróleo más grande del mundo, ha roto este año su récord en flujo de efectivo y en el segundo trimestre alcanzó su récord de utilidades. La petrolera saudí ha basado estos resultados en tres principales acciones: vender más petróleo, aprovechar los mejores precios y lograr altos márgenes de refinación, según explica en sus estados financieros. El gigante de Medio Oriente comenzó hace años a diversificar sus ingresos y eso ya ha dado resultados: dio más importancia al negocio de renovables e inició en otros segmentos como el hidrógeno.
La compañía dice que está creciendo su capacidad de producción de gas y petróleo a la par que avanza en su meta de cero emisiones y de diversificar su cartera. Dice que se está basando su estrategia de negocios en una “transición energética ordenada”. Saudi Aramco no cree que la demanda de petróleo caiga al menos durante la próxima década.
La estatal brasileña Petrobras, que tiene un pasado similar a Pemex, con pérdidas continuas de 2013 a 2017 y decisiones operativas que hasta hace poco tenían como base argumentos políticos, ha conseguido en los primeros nueve meses del año anotar una utilidad récord dentro de su operación, con más de 28,000 millones de dólares. Ya supera la utilidad de 19,800 millones de dólares que registró en todo el año pasado.
La estrategia del gigante brasileño cambió desde hace un par de años, cuando decidió centrarse en la exploración y producción de petróleo y vender otros negocios secundarios, como el de refinación, almacenamiento y transporte de hidrocarburos. También optó por una estructura que fuera más allá del momento político, sobre todo en cuanto al nombramiento de sus directivos.
Los pares internacionales de la estatal mexicana también explican en sus reportes financieros que han aumentado sus ganancias por los altos precios del gas natural y el negocio de petroquímica. El aumento continúo en el precio del combustible –el más usado a nivel mundial para la generación de energía– ha traído beneficios económicos a las petroleras que han mantenido una producción constante del hidrocarburo en los últimos años.
Pemex ha comenzado a dar prioridad a este negocio, con proyectos como el campo de aguas profundas Lakach. Pero el haberlo dejado de lado por años –debido a que no era rentable– no le ha permitido aprovechar el momento. El 21 de noviembre, Pemex firmó un contrato con la empresa estadounidense New Fortress Energy para reanudar los trabajos de extracción de gas en el yacimiento de gas no asociado en aguas profundas de Lakach, que incluye una inversión por 1,500 millones de dólares.
Los dramáticos aumentos en el precio del gas natural han tenido como principal punto de origen la guerra entre Rusia y Ucrania. El primero, uno de los principales productores de la molécula, ha dejado de suministrar el combustible a gran parte de la comunidad europea. El temor por una escasez ha incrementado el precio en los mercados internacionales.
Los gigantes de petróleo y gas del mundo han reportado ganancias extraordinarias en los últimos meses y eso ha despertado una serie de inconformidades en el mundo, mientras los recibos de luz suben y el costo por llenar los tanques de gasolina de los autos no ceden. Los impuestos extraordinarios a este tipo de compañías ya han comenzado a aparecer a la par que los analistas ya anticipan una caída en los ingresos de estas empresas.