La reserva natural también es la casa de coatíes, mapaches, zarigüeyas, venados, pecaríes de collar y de labios blancos, así como de felinos como jaguares, ocelotes, jaguarundis y tigrillos. Además, alberga un gran número de variedades de peces que, aprovechando los canales de comunicación con el mar, llegan hasta el manglar para desovar.
Gracias a la riqueza natural de Dzilam de Bravo, el municipio ha podido desarrollar su vocación pesquera y el corazón económico de sus 3,500 habitantes, de los cuales alrededor de 2,800 son oriundos del municipio y el resto provenientes de entidades como Veracruz, Cancún, Campeche y Quintana Roo.
Aquí la vida trascurre tranquila. Los pobladores discurren entre motocicletas y lanchas aparcadas en las orillas del puerto y en las calles adornadas de casas de arquitectura tipo megalítica con sus puertas abiertas sin temor a la noche. Pero la quietud y su riqueza natural se ven amenazadas por la pesca y cacería ilegal. Dzilam de Bravo adolece de la tala ilegal del mangle rojo que es utilizado para los techos de cabañas por su resistencia y flexibilidad. “Somos una de las pocas reservas que aún existen en Yucatán, pero se ve cómo sacan mucha madera. De manera semanal salen hasta seis camiones enteros de mangle”, lamenta Luis.
Otro de los peligros que tiene la reserva natural es la caza ilegal de especies como los jaguares y del pez pepino de mar, altamente demandado por sus características medicinales, y, por tanto, vendido a un precio alto. Esta situación ha llevado a los pobladores de Dzilam de Bravo a mantener una veda total de ésta especie y navegar hacia lugares más alejados para pescar, pero esto ha traído consigo un nuevo riesgo: los piratas.
“Ahora se tiene que alejar hasta 10 brazas y esto es un riesgo. Hace poco hubo un caso en donde se robaron una lancha y ahora no se sabe qué pasó con las personas, si los tiraron al mar o qué pasó”, relata Luis mientras mira a las gaviotas.
El turismo ha sido la alternativa por la que han apostado los pobladores de Dzilam para no afectar más a las especies marinas y a la economía del municipio, pero también, reconoce Luis, se ha desbordado.
“Sabemos que hay personas que no son natos de aquí que se dedican a vender viajes a turistas para traerlos al cenote Elepeten, y a pesar de que es un lugar pequeño, traen hasta 200 personas y esto no es correcto, pone en peligro al sitio”.
Luis y otros oriundos de Dzilam de Bravo han creado una cooperativa llamada Sayachuleb para controlar el turismo desmedido de la zona. Pero reconoce que aún hay mucho trabajo por hacer.
La inteligencia artificial al rescate
Tech4Nature es un proyecto que busca preservar y cuidar a la fauna de la Reserva de Dzilam de Bravo, en especial al jaguar, con la recolección de imágenes y sonidos mediante cámaras y sensores, que son almacenadas en la plataforma de Inteligencia Artificial ModelArts de Huawei Cloud y la plataforma de IA Arbimon, de Rainforest Connection, para comprender los efectos que ha tenido el cambio climático en los animales y así desarrollar estrategias de conservación de las especies en peligro de extinción.
La iniciativa conjunta de Huawei, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y C-Minds, ha podido confirmar la existencia cinco jaguares: dos machos, una hembra y dos cachorros; así como de 88 aves, 22 mamíferos, cinco reptiles y cuatro anfibios, gracias a las más de 550,000 grabaciones y más de 30,000 imágenes. Antes del proyecto, los expertos locales no sabían si la reserva era el hogar de jaguares, y si era así, cuántos había.
Los ecologistas estiman que alrededor de 4,000 a 5,000 jaguares viven en estado salvaje en México. De esta cantidad, más de la mitad de ellos vive en la Península de Yucatán, por lo que es una de las principales regiones para su conservación. Pero su existencia está amenazada por la caza ilegal, la deforestación y el cambio climático
“Estas imágenes nos permitieron generar un algoritmo más preciso para poder saber cada cuándo aparecen ciertos animales, qué hacen en las zonas o incluso por qué han dejado de ir a ciertas sitios”, asegura Sayda Rodríguez, secretaria de desarrollo sustentable del estado de Yucatán.
Alfonso Jiménez, director de estrategia y marketing para América Latina de Huawei Cloud, ve a la inteligencia artificial como un habilitador, una herramienta más para ayudar a los humanos y ahora para preservar a reservas naturales como Dzilam de Bravo, que incluso puede ser utilizada en otras reservas del país.
“La inteligencia artificial nos permite ser más competitivos, la podemos llevar a estas comunidades [Dzilam de Bravo]. En la base que tenemos hoy tenemos ese poder de cómputo y nos ayuda a tomar decisiones en poco segundos para preservar especies como el jaguar, y así poder mandar ayuda en donde es requerida”, asegura.
Este tipo de proyectos se ha llevado a cabo en cuatro países: España, China, Suiza y las Islas Mauricio. Y ahora en México.
Esteban Ramírez Canto, líder de proyectos de la Secretaría de Desarrollo Sustentable, dijo que los datos que se han obtenido también los han compartido con otras organizaciones para lograr una mejor protección de la zona.
“Queremos ver si se puede convertir esta zona en un área destinada voluntariamente a la conservación, y también si se puede convertir en centro de investigación para que más gente científica pueda acudir a generar datos y proyectos”, detalló Ramírez.
Luis Nadal comentó que el proyecto de conservación ha beneficiado a la reserva, y aseguró que gracias a las cámaras trampa ha disminuido la tala de mangle rojo y la cacería furtiva, ya que las personas saben que las están monitoreando. Además, los pobladores han empezado a tomar mayor consciencia de la importancia de cuidar y proteger a las especies que habitan en el lugar.
El proyecto Tech4Nature México, lanzado en la reserva natural Dzilam de Bravo el año pasado, tendrá una duración de tres años entre Huawei y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).