Alfonso es oriundo de Pomuch, una localidad a media hora en automóvil de la ciudad de Campeche y que alberga la milenaria tradición de realizar la limpieza de osamentas en el Día de Muertos. “Yo desearía que se conociera mucho más esta práctica que es tan nuestra”, menciona mientras le entre sale una sonrisa discreta.
La Sectur de la entidad estima que la ocupación hotelera en promedio no es mayor a 50%. El porcentaje se ha mantenido así desde antes de la pandemia por covid-19. Pero ahora la construcción del Tren Maya llegó a mostrar nuevos horizontes. Por ejemplo, Karina cuenta que, de cuando comenzó a trabajar en el hotel –hace menos de un año– a la fecha, el porcentaje de ocupación ha crecido y que en promedio en los últimos meses se ha ubicado hasta en un 80%. Para la noche previa a la inauguración y para dicho evento, ya está totalmente abarrotado.
Desde la perspectiva de Mauricio Arceo, secretario de Turismo de la entidad, a Campeche le ha hecho falta infraestructura de conectividad para incrementar su atractivo turístico. El 90% de quienes llegan lo hacen por carretera porque sólo cuentan con dos vuelos que aterrizan al día. Ahora, con el Tren Maya, estima que la actividad turística en la entidad podría repuntar hasta un 25%.
“Lo que ha estado pasando es una falta de posicionamiento y obviamente de conectividad para que todo el importante flujo de turistas que llega aquí a la región tenga la oportunidad de llegar hasta Campeche (...). Somos el estado más pequeño y menos desarrollado turísticamente, pero somos el que mayor potencial turístico tiene en la región”, dice en entrevista. “El turismo significa derrama económica y lo más sano para una economía es que el dinero venga de fuera y eso es lo que hace el turista. Si viene alguien de otro lado junta su dinero, ahorra, viene y lo deja aquí, entonces ¿qué queremos? Que el turista se quede el mayor tiempo posible. Que no solo venga de paso”.
La oficina de la Sectur Campeche se encuentra a unos pasos del Centro Histórico de la capital, en donde se colocan artesanos que realizan desde bordados en prendas de vestir hasta el tradicional sombrero de jipijapa y que se consideran fueron creados en Bécal, una ciudad al noroeste del estado.
María Cab nació en Bécal y aprendió a utilizar la jipijapa para artesanías, sombreros y bisutería desde los 10 años. En promedio, para realizar un sombrero tarda entre dos y dos días y medio. María, que hoy tiene 58 años, decidió dejar su localidad natal al cumplir la mayoría de edad para irse a Campeche, con el objetivo de encontrar un mercado más grande.
“Allá no vendería lo mismo que aquí, pero aún así, hay días en los que vengo a vender y solo gano 40 pesos ¿Pero esos 40 pesos quién me los da? Yo sí espero mucho del Tren Maya porque aquí somos muchos artesanos y quisiéramos vender más, mucho más”, concluye.