BYD y GWM han confirmado inversiones en América Latina, destacando instalaciones en Brasil, y México, con su capacidad productiva y cercanía con Estados Unidos, se ha convertido en otro polo atractivo para la industria automotriz china.
Pero en septiembre pasado, Trump declaró que impondría un arancel de 100% a los vehículos importados de México, con el argumento de revitalizar la industria automotriz estadounidense. Para Eric Ramírez, director de la consultora Urban Science para América Latina y el Caribe, este tipo de medidas son una solución temporal, similar a una “curita” que pretende contener el crecimiento de las marcas chinas en el mercado estadounidense.
Ramírez considera que las amenazas de Trump no surtirían efecto inmediato en los planes de las automotrices chinas en México. Estas compañías han enfocado su estrategia en satisfacer la demanda del mercado local y otros países de América Latina, sin ambiciones inmediatas de exportar a Estados Unidos debido a las tensiones políticas.
"Hay suficiente mercado del Río Bravo a la Patagonia para que hagan un buen negocio", asegura.
Para Ramírez, aunque existan restricciones arancelarias en el corto plazo, los mercados eventualmente tienden a abrirse: “China es un miembro de la Organización Mundial del Comercio, igual que Estados Unidos, entonces un arancel es a muy corto plazo, puede durar cinco años, 10, pero no va a durar toda la vida”.
Europa, que ya ha implementado aranceles a los autos chinos, principalmente eléctricos, muestra cómo estas políticas pueden desencadenar respuestas comerciales restrictivas en otros productos, como el brandy.
Ramírez subraya que la solución a largo plazo para la competencia entre fabricantes no son los aranceles, sino el desarrollo equilibrado de las cadenas de suministro. “El arancel alivia en el corto plazo, es un curita. La solución real es la competencia y la equidad y desarrollar cadenas de suministro adecuadas. Veo que en México puede haber presiones momentáneas, pero no es la solución final”, enfatiza.
Más allá de los autos
Los especialistas coinciden en que las tensiones en el sector automotriz forman parte de un conflicto mayor entre China y Estados Unidos, en el cual América Latina y México están atrapados en el medio.
Meschoulam considera que las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China son solo un síntoma de una disputa más profunda. “Este no es un simple déficit comercial. Desde la visión del sector militar estadounidense, el ascenso de China como el mayor fabricante de vehículos y su liderazgo en autos eléctricos representan una amenaza geopolítica que debe ser combatida con aranceles y restricciones comerciales”, explica el experto.
Estados Unidos ve con preocupación el creciente poder de China en industrias clave, como la automotriz y tecnológica. Esta visión va más allá de las intenciones de Trump de reducir el déficit comercial, y responde a un enfoque estratégico para mantener la hegemonía económica y tecnológica en el mundo.
Un aliado para ambos lados
Para México, la presencia de marcas chinas en el sector automotriz representa una oportunidad de diversificación económica, aprovechando su ubicación estratégica y las ventajas del T-MEC para fortalecer su industria. No obstante, la incertidumbre que genera el discurso de Trump y las posibles medidas arancelarias proyectan un escenario de riesgo que podría afectar las decisiones de inversión en la región.
Para el presidente de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA), Guillermo Rosales, la entrada de vehículos chinos a México no es un fenómeno temporal, sino un cambio estructural. “Veo que continuaremos en este marco de hipercompetencia con una fuerte presencia de la industria automotriz china tanto en lo que toca la venta de vehículos de origen chino por parte del abanico de ofertantes en México, como Aveo de General Motors hecho en China, y adicional a la oferta directa de marcas de origen chino”, comentó Rosales en conferencia de prensa.
Mientras tanto, la industria automotriz en México sigue mostrando un crecimiento estable, impulsado en parte por la demanda de vehículos chinos que se están adaptando a las preferencias locales y regionales.
Los especialistas coinciden en que el país enfrenta el reto de mantenerse como un aliado estratégico para ambos lados, mientras gestiona los riesgos derivados de la competencia geopolítica entre las dos economías más grandes del mundo.