El auge de lo saborizado
Raquel Jiménez, directora de Customer Success en Nielsen IQ México, señala que la categoría de bebidas alcohólicas saborizadas ha mostrado un crecimiento constante en los últimos cuatro años. “En los últimos 12 meses, se registró que en ocho de cada 10 hogares se consumen bebidas alcohólicas, aunque las de mayor graduación han retrocedido. Contrario a esto, las saborizadas o de bajo contenido alcohólico siguen ganando terreno”, afirma.
En un contexto de contracción para la industria de bebidas alcohólicas de alta graduación, la categoría de coolers (bebidas listas para beber y saborizadas) se ha convertido en una excepción positiva. De acuerdo con Jiménez, estos productos están creciendo entre un 3% y 3.5% en volumen. “Parece un crecimiento moderado, pero hay que considerar que es la única categoría que está resistiendo las caídas generales de la industria”, destaca.
Entre los segmentos con mayor éxito están las bebidas con sabores picantes y mezclas innovadoras como tamarindo con vodka, o whisky con frutos rojos y chocolate. “Son fuente de atracción para seguir ganando consumidores, especialmente entre los millennials, quienes buscan experiencias de sabor”, añade Jiménez.
Fernanda Fontolan, gerente senior de marketing estratégico en Taste Latam en Kerry, indica que el segmento de bebidas Ready to Drink (RTD) ofrece un gran margen para la innovación. “Además de los sabores frutales, hemos detectado una creciente demanda por sabores herbales y combinaciones menos tradicionales”, explica.
De lo popular a lo masivo
El éxito de estas innovaciones radica en su origen cultural. Los ‘cócteles del tianguis’, famosos por combinar sabores dulces y picantes, además de ingredientes como tamarindo, chamoy, sal y limón, representan una propuesta auténtica y cercana al consumidor mexicano. Este fenómeno cultural ahora encuentra eco en los anaqueles de las tiendas, gracias a la capacidad de las grandes marcas para industrializarlo y distribuirlo masivamente.
El precio sigue siendo el principal factor de decisión para los consumidores, seguido del sabor y la marca, según Fontolan. Esto ha llevado a las compañías a apostar por presentaciones accesibles, como botellas de 750 mililitros de destilados saborizados que oscilan entre 200 y 300 pesos, pese a las alzas de precios provocadas por la inflación.
“El reto está en entender con precisión al consumidor, sus contextos y motivaciones. Quienes logren hacerlo, seguirán ganando terreno en este mercado tan competitivo”, concluye Fontolan.