Pedro Domecq, la casa vitivinícola reconocida en México por sus brandys Presidente, Azteca de Oro y Don Pedro, se encuentra en plena transformación estratégica. La compañía, con casi tres siglos de historia, busca modernizar su portafolio para mantenerse relevante en un mercado competitivo y conectar con nuevas generaciones de consumidores.
En el centro de esta transformación está el auge del vino mexicano, una categoría que Pedro Domecq conoce bien desde que estableció en 1972 la primera bodega vitivinícola en el Valle de Guadalupe, en Baja California. Lo que en aquel entonces era un esfuerzo pionero en una región apenas emergente, hoy se traduce en un mercado en expansión, respaldado por el aumento en el consumo de vino nacional.
Según el Consejo Mexicano Vitivinícola, el consumo anual de vino en México ha crecido de 450 a 950 mililitros per cápita en los últimos cinco años. “Vemos un área de oportunidad muy importante en los vinos premium”, asegura Mauricio González-Gordón, presidente del Grupo González Byass y de Casa Pedro Domecq.