La satisfacción de los clientes es la prioridad en toda organización exitosa, sobre todo en una dinámica empresarial con altas exigencias en el mercado. Sin embargo, es importante detenernos un poco y pensar acerca de lo que ocurre dentro de una empresa: colaboradores exhaustos, procesos interminables y, en ocasiones, una desconexión entre lo que se hace y lo que el cliente realmente espera.
Cultura organizacional y experiencia del cliente, una nueva dupla empresarial
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En este escenario surge una pregunta fundamental: ¿cómo hacemos para que el cliente sea el centro de nuestra organización? La respuesta empieza desde adentro, con las personas. Las organizaciones que triunfan son aquellas que comprenden que para satisfacer al consumidor primero deben centrarse en su equipo. La cultura organizacional no se refiere solo a seguir un manual, sino a entender el contexto de la empresa para tomar acciones específicas que permitan que los colaboradores conecten con su ambiente de trabajo.
Esta evaluación interna implica revisar procesos, reestructurar prioridades y alinear a cada miembro del equipo hacia un objetivo común: conectar internamente para brindar el mejor servicio. Lograr esto en una organización requiere de un compromiso colectivo en el que se inspire a los colaboradores a ser su mejor versión, esto no significa sólo ajustar las tareas diarias, sino transformar la manera en que pensamos y actuamos como organización.
Cuando se cuida a las personas se impulsan resultados extraordinarios. Al recordar a los colaboradores su propósito y ofrecerles oportunidades claras para crecer, las empresas conectan sus estrategias culturales con objetivos de negocio tangibles. Según la encuesta de Deloitte sobre Las Tendencias Globales de Capital Humano 2024; directivos y líderes empresariales de al menos 95 países, especialmente del área de Recursos Humanos, reconoce que las interacciones humanas son clave para el éxito organizacional (76%). Sin embargo, solo el 10% de las empresas da el paso adicional de implementar acciones extraordinarias para fomentar este éxito.
Apostar por la colaboración puede ser el primer paso hacia el cambio. En lugar de saturar nuestras bandejas de entrada con correos interminables y lecturas aburridas, ¿por qué no apostar por conversaciones reales y productivas que motiven a nuestros equipos? Hoy tenemos que reconocer que el talento es el principal motor de éxito, por ello como organización debemos impulsarlo para instaurar un ambiente proactivo.
Liberar este potencial requiere construir una cultura basada en la confianza, donde cada integrante pueda expresar ideas, asumir riesgos y aprender de los errores. Herramientas como planes de sucesión y programas de capacitación adaptados no solo motivan, sino que también fortalecen a los equipos, alineándolos con un propósito común.
Esta conexión entre cultura organizacional y satisfacción del cliente no puede subestimarse. Cuando los integrantes de la organización están motivados y alineados con los valores empresariales, contribuyen a crear experiencias que fortalecen la lealtad del cliente.
Esto demuestra que el éxito de una empresa no se limita a ofrecer productos o servicios de calidad, sino que radica en cómo su equipo interno contribuye a generar experiencias que fomenten la lealtad. Para lograrlo es indispensable implementar prácticas sostenibles que prioricen la atención y el servicio proporcionados, mientras se impulsa el talento único de cada miembro de la organización.
Construir una cultura organizacional equilibrada es retador, pero es posible. Requiere decisiones valientes, romper con paradigmas y entender que el éxito de una empresa se mide tanto por sus resultados financieros como por la calidad de las relaciones que establece.
Cuando las decisiones se toman pensando tanto en tus colaboradores como en el cliente, no solo se construyen relaciones más sólidas, sino que también se fomenta una cultura que valora la empatía, cooperación y excelencia. Este enfoque nos acerca a un modelo de negocio más humano, donde el éxito trasciende los números y se refleja en el impacto positivo que generamos en quienes confían en nosotros.
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Nota del editor: Verónica Velázquez Hernández es la Directora Ejecutiva de Personas y Organización de MAPFRE México. Con una amplia trayectoria en el ámbito de recursos humanos, se ha destacado por su capacidad para liderar equipos, gestionar el talento y promover una cultura organizacional que impulse el crecimiento y la innovación. Las opiniones publicadas en esta columna corresponden exclusivamente a la autora.
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