A esto se suma una ejecución deficiente que ha elevado significativamente el costo total. Para su primera inauguración, en junio de 2022 —cuando aún no estaba terminada— el proyecto ya acumulaba un gasto de 16,800 millones de dólares. A la fecha, el sobrecosto asciende a 21,000 millones de dólares, según el último reporte de Petróleos Mexicanos (Pemex) enviado a la Bolsa de Valores de Estados Unidos.
¿Y qué falta?
Uno de los principales cuellos de botella es la integración del Tren 1, que atraviesa la planta combinada de destilación y es clave para la producción de gasolinas de alta calidad. Según Monroy, la refinería cuenta con 17 plantas de proceso divididas en dos trenes, cada uno con configuraciones y temperaturas distintas para manejar diferentes productos.
“Es interesante que las estadísticas no muestran producción de combustóleo —figura como ‘no disponible’— y la gasolina que se produce es solo regular, sin ser de ultra bajo azufre. Justamente el Tren 1 incluye las hidrodesulfuradoras y coquizadoras, y ahí no hay nada; todo se está dirigiendo al Tren 2, que es el encargado del diésel”, explicó.
A pesar de esto, el Tren 2 tampoco opera a plena capacidad. “Solo se está sacando diésel. No hay producción de querosenos como gas LP o turbosina, productos que ya deberían estar saliendo con base en la configuración técnica de la refinería. Todo indica que seguimos en una etapa de pruebas”, agregó.
Entre 2026 y 2027
El 18 de junio pasado, la presidenta Claudia Sheinbaum declaró que “Dos Bocas ya está funcionando casi al 100%, con los dos trenes en operación”, lo cual —según dijo— reduce significativamente la dependencia de combustibles importados. Sin embargo, especialistas consultados discrepan de esta evaluación.
La consultora GMEC prevé que será hasta el cuarto trimestre de 2026 cuando se logre una etapa de prueba integral en toda la planta. “Es la fecha más realista con base en la evolución técnica del proyecto”, sostuvo Monroy.
Por su parte, Carranza concluyó que la refinería Olmeca es un proyecto mal planeado y mal ejecutado, cuyos retrasos y sobrecostos representan una carga adicional para las finanzas públicas. “Desde el inicio fue una obra con debilidades estructurales. Su fragilidad actual compromete seriamente la promesa de autosuficiencia en combustibles”, subrayó.