La urgencia de replantear las condiciones comerciales se agudizó luego de que el presidente Donald Trump anunciara una nueva escalada arancelaria contra México. A partir del 1 de agosto, se impondrá un arancel del 30% a todas las importaciones mexicanas —y también a las procedentes de la Unión Europea— tras el fracaso en alcanzar un acuerdo más amplio con sus principales socios comerciales. Si bien los productos que ingresan bajo el T-MEC están exentos, la medida ha generado incertidumbre en las cadenas de valor, especialmente en el sector automotriz, que depende de exportaciones fluidas.
“México me ha estado ayudando a asegurar la frontera, PERO lo que México ha hecho no es suficiente”, escribió Trump en una carta en la que justificó la imposición arancelaria, aludiendo a la introducción de drogas ilegales. Esta es la segunda alza en el año: en un primer momento, el arancel general había sido fijado en 25%. Para el sector automotriz, que envía alrededor del 80% de su producción a Estados Unidos, esta escalada refuerza el riesgo de que la revisión del T-MEC se transforme en una verdadera renegociación.
Un entorno menos trilateral y más unilateral
Las señales de alerta comenzaron a encenderse con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. El giro hacia políticas comerciales más cerradas ha sembrado incertidumbre sobre la postura que adoptará Estados Unidos en la revisión, prevista para iniciar en septiembre.
“El entorno es cambiante, entonces esos temas los veníamos identificando, pero todavía no sabemos bien cómo vamos a llegar y en qué postura va a llegar Estados Unidos a la revisión”, explicó Odracir Barquera, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA). Según dijo, el gobierno estadounidense aún afina su estrategia arancelaria.
Un punto prioritario para la administración estadounidense ha sido la certificación de origen. Esto implica que los países deberán probar con mayor precisión que los productos que exportan fueron realmente fabricados dentro de la región, con un énfasis en componentes hechos en Estados Unidos.
En el sector automotriz, esta exigencia se traduce en presiones sobre el Valor de Contenido Regional (VCR). Bajo el TLCAN, se pedía un 62.5% de contenido regional para exportar automóviles libres de aranceles. Con el T-MEC, este umbral subió gradualmente hasta alcanzar 75% en 2025.
Pero la presión no termina ahí. Barquera advierte que podría haber nuevas solicitudes para incrementar aún más el VCR, especialmente ahora que los vehículos eléctricos y tecnologías limpias están ganando terreno.
Esta evolución tecnológica representa un desafío adicional para México, que aún no produce baterías de litio, uno de los componentes esenciales para que un vehículo eléctrico cumpla con el contenido regional requerido. Esto pone al país en desventaja frente a sus socios.
“Una vez que se consideren las nuevas tecnologías, dar una gradualidad en las reglas de origen, como por ejemplo no subir las reglas de origen, el no tener exigencias unilaterales como algunas certificaciones que se están pidiendo, para la exportación de los vehículos, y también el cumplimiento del panel de las reglas de origen”, sostuvo Barquera.
Desde la Agencia Nacional de Proveedores del Sector Automotriz (Anapsa), ya se anticipan exigencias adicionales. “La expectativa es que ya no sea una revisión como la planeada en el tratado, porque vemos a un presidente de Estados Unidos que habla más de una negociación unilateral que trilateral o bilateral”, señaló Alberto Bustamante, director de Anapsa.
Bustamante incluso advierte que el VCR podría aumentar hasta 85% y que, por primera vez, se introduzca un concepto nuevo: el Valor de Contenido Estadounidense. Es decir, no solo contar con contenido regional, sino específicamente hecho en Estados Unidos.