Chimenea de leña
Es la primera que se nos viene a la cabeza después de ver tantas películas donde alguien está echando leña a una chimenea, típicamente hecha de piedra o ladrillo.
Su instalación requiere un trabajo previo de construcción para colocar tanto la abertura como la salida de humo para que tenga una ventilación adecuada.
Dado que emite humo, debe contar con una buena salida para expulsarlo adecuadamente, pero no demasiado grande para que no entre aire desde la salida.
La longitud recomendada para la salida del humo son 4 metros, así que puede atravesar alguna habitación en el segundo piso.
Se recomienda que un experto la instale y debe estar ubicada donde no haya nada alrededor que pueda arder con facilidad como cortinas, muebles o alfombras.
Chimenea de gas
Es una buena alternativa a la tradicional de leña, ya que no requiere la construcción para la salida de humo.
Únicamente se necesita recorrer la instalación de luz y gas hacia donde se va a colocar la chimenea.
Se enciende a través de un control remoto que permite programar el día, la hora y el nivel de flama con el que se encenderá.
Cuentan con sensores de dióxido de carbono y oxígeno que monitorean estos niveles de gases y apagan el equipo al detectar cualquier fluctuación que no sea segura.
Además, tienen una termopila que corta el flujo de gas si detecta que el piloto se apaga, lo que evita fugas, de acuerdo con Chimeneas Esqueda.
Estas chimeneas se pueden colocar en interiores o exteriores, y se puede elegir un diseño a la medida con materiales rústicos o modernos.