Tres décadas después de que el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Nicholas Brady, interviniera para rescatar a los mercados emergentes, la pandemia global nuevamente está desafiando al mundo con la búsqueda de una solución. Esta vez, una serie de bonistas privados también debe adherirse. Más de 90 naciones ya han solicitado apoyo al Fondo Monetario Internacional (FMI) en medio de la pandemia.
Está claro que la tarea es desalentadora. La deuda de 160,000 millones de dólares renegociada durante el Plan Brady es un simple suspiro frente a los 730,000 millones que, según el Instituto de Finanzas Internacionales (IFI), los mercados emergentes adeudarán en divisas para finales de 2020.
Además, a diferencia de 1989, cuando los préstamos estaban mayormente en manos de bancos y los incumplimientos ya habían sucedido, ahora esto se divide entre cientos de acreedores, que van desde fondos de cobertura en Nueva York hasta fondos soberanos de Medio Oriente y fondos de pensiones asiáticos.
Por ello, académicos y autoridades abogan por aprobar medidas que permitan a los países en desarrollo pausar los pagos de bonos al menos durante 2020, e incluso más, hasta que el coronavirus desaparezca y las economías se estabilicen lo suficiente como para analizar la sostenibilidad de la deuda.
Esto molesta a algunos acreedores de Wall Street, que dependen de dichos fondos para mantener a flote sus carteras.
El G-20 y varias organizaciones multilaterales ya están trabajando para ayudar a las naciones a mantenerse al día con la deuda. El FMI y el Club de París pidieron al IFI, con sede en Washington, que coordine un alto, y las Naciones Unidas están solicitando un nuevo organismo de deuda global.
Se necesita una solución cuanto antes. Los bonos denominados en dólares de 18 países en desarrollo ya cotizan a diferenciales de al menos 1,000 puntos básicos sobre los bonos del Tesoro de Estados Unidos, la referencia para deudas en estrés financiero, según datos compilados por Bloomberg. Tres casos especiales (Venezuela, Argentina y Líbano) ya estaban lidiando con sus propios problemas antes de la pandemia, pero otros se están acercando a esos niveles en medio de ventas masivas de divisas y flujos salientes récord.