Según el Banco de Pagos Internacionales (BPI), las empresas con ingresos anuales superiores a 1,000 millones de dólares dominan los préstamos corporativos ahora más que nunca en al menos una década. Estas firmas representan el 78% de los emisores globales de bonos en dólares en lo que va del año, según datos compilados por Bloomberg.
Mientras sus pares más grandes establecen récords para acuerdos exitosos a tasas históricamente bajas, muchas compañías más pequeñas están saliendo a la fuerza o están perdiendo acceso por completo. Las condiciones de financiación más estrictas y la caída de los ingresos plantean el espectro de una nueva ola de quiebras que podrían poner en peligro la recuperación económica.
“Lideradas por un acceso más fácil a los mercados de bonos, las grandes empresas aumentaron significativamente sus préstamos”, escribieron los investigadores del BPI Tirupam Goel y José María Serena este mes en un informe sobre el crédito durante la crisis del COVID-19. “El resto de las empresas enfrentaron cuellos de botella debido a su dependencia de un mercado de préstamos sindicados y obstáculos para cambiarse a los mercados de bonos”.
Hay muchas razones por las que las riquezas de los programas de flexibilización cuantitativa no se disfrutan por igual. Por un lado, los inversionistas quieren la seguridad de empresas estables y de primera línea en una recesión. Aunque la Reserva Federal está tomando medidas sin precedentes para ayudar a las empresas más pequeñas y comprar su deuda por primera vez, muchas de las más necesitadas permanecen fuera de su alcance.