Estos niveles de volatilidad son reflejo de los bandazos en los precios del crudo Brent y del West Texas Intermediate. A mediados de marzo, ambos rompieron el piso de los 100 dólares por barril, arrastrados por el nerviosismo del mercado frente a la orden de nuevos cierres en China, la segunda potencia económica, para paliar los nuevos contagios de covid-19. Para el 23 de marzo pasado, el precio del Brent, de referencia europea, se había recuperado hasta tocar los 122 dólares, ante la baja en los inventarios de crudo en Estados Unidos.
“Los precios de las materias primas, como el petróleo, son naturalmente volátiles porque la demanda y la oferta tardan en responder a los cambios de precios. Sin embargo, hoy en día la volatilidad de los precios de las materias primas es inusualmente alta”, señala Edward Gardner, analista de commodities para la consultora Capital Economics.
El resultado: los inversores se han alejado de los commodities, concluyó la consultora con sede en Londres.
Claro que, a diferencia de otros episodios de volatilidad en el mercado petrolero, esta turbulencia concentra factores económicos y políticos, que van desde una guerra entre Ucrania y Rusia hasta una crisis provocada por una pandemia.
Entre los principales factores que colocan al mercado en un sube y baja se encuentran los relacionados con las sanciones hacia Rusia, el segundo exportador de crudo más grande del mundo, como la prohibición de Estados Unidos y Reino Unido de importar petróleo ruso.
Aun así, el petróleo no ha dejado de fluir hacia el occidente europeo. Los países de la Unión Europea, como Alemania o Países Bajos - los principales compradores de petróleo ruso-, no han mostrado interés en bloquear el flujo de esta materia prima desde Rusia. Incluso, el embargo estadounidense no garantiza que el crudo ruso no llegue hasta su territorio. En un reporte, la Administración de Información Energética de Estados Unidos es clara al señalar que “el petróleo crudo exportado desde países como Kazajstán, Azerbaiyán y Turkmenistán se mueve a través de la infraestructura de exportación de energía de Rusia”. Es decir, si se evita poner la estampa rusa al crudo y se comercializa por otras rutas, nada evita que el petróleo de Rusia llegue a Estados Unidos.
Si bien las estimaciones del descenso en la producción en Rusia oscilaban entre dos y tres millones de barriles diarios, las caídas han sido de 500,000 barriles diarios, según la institución financiera UBS. “Hasta ahora ha sido modesta”, dice Giovanni Staunovo, analista commodity de UBS.