Falta de homologación
La inversión sostenible ha tenido un impulso en los últimos años. Al cierre del tercer trimestre de 2021, los fondos ASG gestionaron activos por 3.9 billones de dólares, poco más de tres veces los activos sostenibles que administraron los gestores en 2020, de acuerdo con un reporte de la firma de servicios financieros Morningstar.
Esto refleja la mayor demanda que los inversionistas requieren a inversionistas institucionales y fondos de factores sostenibles. Durante el tercer trimestre de 2021, el número de fondos sostenibles sostenible creció 51% a nivel global, tras la introducción del Reglamento de Divulgación de Finanzas Sostenibles (SFDR) el 10 de marzo de 2021, según datos recabados por Morningstar.
Aun con este tamaño, los fondos, los proveedores de índices y reguladores aún batallan por definir los factores sostenibles. Actualmente, cada uno de estos jugadores tiene su propia definición y entendimiento de sostenibilidad. “El problema es que la mentalidad ASG no está estandarizada”, dijo Edgar Guerra, especialista en ETF. “El greenwashing es uno de los dilemas que la industria está tratando de resolver”, añadió.
Para resolver este problema, la Comisión Europea está trabajando en los últimos detalles de la taxonomía de inversiones sostenibles. Incluso, las agencias de noticias reportan que hay presiones para que se replanteen inversiones en armamento como ASG.
Es en esta regulación en el que algunas organizaciones, analistas e integrantes del sector financiero ven la oportunidad para homologar el marco de los factores ASG. Para Marimar Torreblanca, directora de la división Miranda ESG, de la firma asesora Miranda Partners, las regulación “se tiene que dar en cuanto a transparencia de la industria, no en torno a lo que se invierte”.
No es el único elemento. Los especialistas también apuntaron a la necesidad de impulsar un stewardship responsable dentro de las asambleas generales y consejos, y un mayor detalle en los activos a invertir.
De momento, el trabajo de los reguladores en temas ASG sigue en el aire, dejando en manos de los fondos y de los inversionistas la labor para definir estos factores.
“Al final del día no sé si el inversionista va a apoyar la idea de que las empresas de defensa son ASG, porque fomentan la democracia o van a optar por no tener su dinero en armamento. Al final de cuentas eso lo va a definir el inversionista”, dijo Polidura.