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El oso Bearista de Starbucks que hizo madrugar y hasta acampar a los consumidores

Starbucks convierte un oso de vidrio en un fenómeno viral gracias a escasez planificada, diseño emocional y una comunidad dispuesta a madrugar por productos aspiracionales.
mar 02 diciembre 2025 04:14 PM
Oso bearista
Para comprar el Bearista debías tener un cupón y solo aplicaba al pedir una bebida grande o venti, un requisito que volvió el lanzamiento aún más codiciado. (Alex Alegría/Facebook)

Todavía no amanecía y ya había filas —incluso personas acampando— afuera de las tiendas de Starbucks. No buscaban café, sino hacerse de uno de los vasos de vidrio en forma de oso. El denominado vaso Bearista llegó a México con un tiraje de 37,472 unidades y un precio de 869 pesos, disponible solo al comprar una bebida grande o venti, lo que desató una carrera temprana por alcanzarlo.

Saraí Jiménez, directora de Reputación y Construcción de Marca de Starbucks México, explica que la idea del osito nació de algo más simple que una estrategia sofisticada. “Apelaba a la ternura y a la diversión que la gente busca en las experiencias y verlo convertido en un vaso lo hizo único”.

La marca ya sabía que el público respondía bien a las figuras del Bearista, y transformar esa estética en un objeto coleccionable detonó una expectativa inmediata. “La gente sabe la calidad del producto que entregamos, así que había una expectativa buena de que fuera un producto con buena calidad, pero además era divertido y celebraba la figura del Bearista”.

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La distribución también alimentó el fenómeno. Jiménez cuenta que cada tienda en México recibió entre 30 y 40 piezas, aunque el número varió según la zona. Las tiendas de paso o en áreas corporativas tuvieron menos unidades, mientras que las ubicadas en zonas habitacionales recibieron más. Esa asignación amplificó el efecto de escasez y aceleró la sensación de oportunidad única: no era un producto que duraría demasiado. “A las siete de la mañana ya habíamos vendido 70% de las piezas”.

Con ese formato, el consumo aspiracional funciona como un ritual que mezcla colección y emociones que se activan casi sin explicación, y Starbucks lo entiende bien. Ayer, durante la preventa para socios Gold de su programa de lealtad, abrió sus tiendas media hora antes, pero limitó la compra a una pieza por persona y evitó reponer inventario.

En un mercado donde la escasez ya es una estrategia, la cadena domina el algoritmo emocional que convierte un objeto simple en un fenómeno cultural. Esa es la razón por la que el Bearista generó memes, tutoriales para “conseguirlo antes que nadie” y reventas que duplican su precio, igual que ocurrió con Snoopy, la taza de la sirena y cualquier accesorio capaz de presionar el botón adecuado en la mente colectiva.

El gatillo emocional que nadie reconoce, pero todos sienten

La explicación científica está lejos del romanticismo. Los humanos no compramos por lógica, compramos por emoción, afirma Eduardo Durán, experto en neuromarketing del Tecnológico de Monterrey. “El producto que provoca la mayor reacción emocional es el que gana”, dice. No importa si es un termo, una piedra con ojos o un oso de vidrio. Si despierta ternura, nostalgia o sensación de pertenencia, ya hizo su trabajo.

Durán explica que cuando un objeto conecta de manera visceral, se fija en la memoria. “Los momentos más intensos emocionalmente son los que recuerdas para siempre, para bien o para mal”, cuenta. Por eso, aunque un vaso cilíndrico tradicional puede obedecer perfectamente a su función, el Bearista va directo al corazón del consumidor.

“Un objeto diseñado para ser adorable siempre tendrá ventaja sobre uno que solo busca ser útil. Y las marcas conocen este efecto, lo explotan, lo miden y lo perfeccionan”, apunta el experto.

Así es el Osito Viral de Stabucks
Oso bearista de Starbucks
Hubo consumidores que acamparon afuera de las tiendas de Starbucks para conseguir el oso Bearista. (Starbucks/Facebook)

Aunque la viralidad del oso se traduce en ventas directas para la marca, Jiménez asegura que ese no fue el objetivo principal del lanzamiento.

“Más que impulsar ventas, queremos que la gente se sienta bienvenida en las tiendas y que les demos un buen servicio”. Por eso los partners ofrecieron café, pan y atención personalizada a quienes esperaron horas en la fila. La escena se convirtió en un pequeño evento comunitario. “Los clientes la pasaron bien, se echaban porras, hacían bailes, grababan videos. Nosotros queremos eso, que en las tiendas podamos compartir y conectar con ellos”.

“Para nosotros es una oportunidad de volver a crear esa comunidad y ese vínculo emocional. La misión de nuestros baristas era recibirlos muy bien, hacerlos sentir en casa y darles un café. Eso nos ayuda a seguir una relación con la gente más que tener una transacción”, enfatiza Jiménez.

La fórmula: escasez, ternura y fandom

Starbucks podría haber elegido un conejo, un perro o una vaca si quisiera explorar otras emociones, y Durán explica que desde el neuromarketing se suele evaluar qué figuras despiertan reacciones más intensas en el consumidor. El oso suele ganar porque transmite calidez y fiesta, dos rasgos que la marca refuerza cada temporada Holiday.

A esa carga emocional se suma la escasez planificada, con piezas limitadas, tiendas específicas, cero disponibilidad en drive-thru o aeropuertos y una ventana de venta que se agota en cuestión de horas. Esa mezcla funciona como una receta que vuelve viral cualquier objeto sin invertir en publicidad.

La escena ya es conocida y se repite cada vez que la marca presenta un artículo aspiracional. Filas, TikToks, historias de "ya se acabó", cupones de descuento y un mercado paralelo donde la pieza original se revende mientras la copia sin logo circula por un costo menor.

El Bearista vive en ese cruce donde el consumo se mezcla con el afecto y apela a la nostalgia, a la estética cute y al deseo de pertenecer a una comunidad que ve el café como un ritual. En ese contexto, la función importa poco porque la emoción ya hizo su trabajo.

El impacto es tan fuerte que otras marcas ya copiaron la fórmula. En redes sociales, Viva Aerobus lanzó un oso piloto y Lala uno lechoso con la misma intención. La estrategia funciona porque activa ternura y deseo inmediato, así que cualquier marca puede subirse al fenómeno.

Oso de Lala
El oso lechoso de Lala se sumó al fenómeno aspiracional que desató Starbucks. (Lala México/ Facebook)
Oso Viva Aerobus
El oso piloto de Viva Aerobus también replica la fórmula del Bearista. (Viva Aerobus/Facebook)

Con todo eso, el Bearista deja de ser un accesorio y se convierte en un espejo del consumidor emocional, impulsivo y simbólico. No es solo un oso, es la prueba de que el marketing afectivo funciona bien.

Starbucks lo aprovechó otra vez y lo hará de nuevo, porque México vuelve a madrugar por algo que no necesita, pero que desea profundamente. En la economía de lo aspiracional, el corazón se adelanta a la razón y un oso de vidrio basta para confirmarlo.

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