¿El giro de Trump hacia Kelly indica que está realmente preocupado?
El giro del presidente Dondal Trump hacia el rango militar de un general que transmite un sentido de mando calmado, como John Kelly, indica que está realmente angustiado. Las pruebas de misiles de Corea del Norte, sus consecutivos fracasos legislativos y sus bajos niveles de aprobación, preocuparían a cualquiera, pero podría ser peor para un hombre cuyas constantes afirmaciones de confianza y éxito sugieren que de hecho está profundamente en conflicto con sus propias capacidades.
Además, para un hombre que premia la lealtad y se rodea de familiares en lugar de aquellos con experiencia política, la designación de Kelly a una posición en la que les reportará a Ivanka Trump y Jared Kushner en lugar de al presidente, habla de una sensación de pánico interno.
Kelly es un respetado general del cuerpo de marines y se espera que ponga orden a la que quizá sería la Casa Blanca más caótica y disfuncional en la historia, sin embargo, está tan agobiado por los conflictos internos que evitará las verdades obvias, salvo si huir de los periodistas se trata.
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Dado su carácter público limitado, exceptuando sus fanfarronerías, insultos y crudas observaciones, los verdaderos estados de ánimo y motivos de Trump pueden ser difíciles de interpretar. Él puede parecer un humano con un sistema de sonido tan alto que cada cosa que sale de él simplemente suena como ruido.
Con tanta disonancia, esta fue una extraña semana en la presidencia de Trump, sin embargo, podría mezclarse con cualquier otra y seguiría siendo lo mismo. En la semana pasada destacan las insinuaciones sexuales en un discurso dirigido a los Boy Scouts, el llamado a la policía para darles una paliza a los sospechosos y el veto a los transgénero de alistarse en la milicia. Todo apunta a un presidente/actor que sabe que está perdiendo a su ‘público’ y no sabe cómo darles lo que quieren.
Cuando se encuentra al borde del pánico, Trump modifica su comportamiento, por ejemplo, en la década de 1990, se convirtió en un Trump más tranquilo y menos fanfarrón cuando sus casinos se declararon en quiebra y su negocio de líneas aéreas fracasó.
La primera señal de que Trump estaba en modo de pánico la semana pasada fue cuando nombró como jefe de comunicaciones de la Casa Blanca a Anthony Scaramucci. En el teatro italiano, una scaramuccia es un bufón amenazador y sin gracia. El 'bufón' de Trump encajó perfectamente en el tipo, no sin antes expulsar a Sean Spicer y Reince Priebus en una impresionante muestra de teatro político. Posteriormente, El Moonch se convirtió en el hazme reír más grande de la triada que Trump había apuntado en su lista.
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Como Priebus y Spicer fueron humillados y expulsados, casi se podían escuchar las risas de la audiencia. El despido del presumido de Scaramucci, por otro lado, llegó como un rayo. Entonces, mientras el humo se despejaba, el mundo podía ver la figura de Kelly, el nuevo jefe de Personal.
El afecto del presidente Trump por los militares se notó durante la campaña de 2016, cuando habló del general George Blood and Guts Patton como si fuera un héroe perfecto y no como Eisenhower lo llamó: un "niño problema". Sin embargo, la fascinación del presidente por militares fuertes se remonta mucho más lejos.
Como un chico rebelde, Trump fue enviado por su padre a una escuela militar famosa por su dura disciplina. Como él alguna vez lo dijo: “era el tipo de lugar donde los hombres grandes y en uniforme te golpean".
En la academia, Trump veía como un padre a un veterano de la Segunda Guerra Mundial llamado Theodore Dobias, quien alguna vez dijo, “Trump fue un chico muy manipulador, quien consiguió todo lo que quería a través de su apacible forma de ser”.
Antes de que terminara la escuela militar, Trump ya marchaba por la Quinta Avenida en Manhattan, el sol brillaba por el bronce de su uniforme estando a la cabeza del cuerpo al que pertenecía en el desfile del Día de Colón.
Aunque el joven Trump escapó de servir a través de una serie de aplazamientos académicos y médicos, el presidente estaba tan enamorado del estilo militar que 50 años después, él habla con amor sobre brillantes zapatos y escupidas. Con Kelly a cargo, él no necesita aparecer en un uniforme adornado con medallas para mantener la admiración y el apoyo del presidente. Como Trump aceptó la demanda de Kelly de que su amigo Scaramucci fuera despedido, demostró que estaba dispuesto a darle al general lo que quiere, incluyendo el respeto y quizás la obediencia de sus propios hijos a cambio de su liderazgo.
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A medida que se pone a trabajar, Kelly buscará, sin duda, poner fin a los engaños y los descuidos que han caracterizado a la Casa Blanca bajo un presidente cuyo impulso es negar y distorsionar los hechos que le desagradan. Kelly considera este trabajo un acto de servicio público para un país que, bajo el presidente Trump, está perdiendo rápidamente credibilidad en todo el mundo.
Su mayor desafío reside en el hecho de que la mayor parte del desorden se debe a un presidente indisciplinado. La buena noticia es que Trump se ha permitido ser controlado por militares en el pasado. Sin embargo, cualquier esperanza en esta historia debe ser contrastada con el hecho de que un presidente en pánico no lleva bien la integridad y se puede esperar volver al caos tan pronto como se sienta cómodo de nuevo.