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La salida de Hope Hicks agudiza la soledad de Trump en la Casa Blanca

La renuncia de la directora de comunicaciones y confidente del presidente estadounidense lo dejará sin aliados cercanos a quienes recurrir en la residencia presidencial.
vie 02 marzo 2018 06:16 AM

Casi lo único lo que le quedaba era Hope.

El presidente estadounidense, Donald Trump, quedó más asediado y aislado que nunca después de la renuncia de su confidente Hope Hicks, una del núcleo de los “originales” que impulsaron al magnate en su camino hasta la Casa Blanca.

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Hicks soltó su impactante anuncio en un día que fue desconcertante, incluso para los estándares extremos de esta Casa Blanca, dejando la presidencia de Trump cada vez más desamparada.

La partida de Hicks —la joven que se convirtió tanto en una muleta emocional como en la directora de comunicaciones— deja herido el círculo interno de un presidente para quien la lealtad es una obsesión.

“Como CEO, o como presidente o como cualquiera en la cima, es solitario, y cuando entras en ello tienes al equipo, y tienes a tu equipo”, dijo Rob Astorino, un viejo amigo del presidente el miércoles. “Tu equipo es la gente que te conoce mejor y en quien realmente confías”.

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“Hope era una de las personas en las que realmente confiaba", dijo Astorino. “Así que cuando ella se vaya, solo quedará un puñado restante y él se sentirá como si estuviera en una isla”.

nullLa partida de Hicks llegará en un momento de máxima inestabilidad para la Casa Blanca, con la moral del personal cayendo en picada y la presencia del fiscal especial Robert Mueller y su investigación sobre Rusia volviéndose cada vez más opresiva.

La Casa Blanca de Trump ha sido una puerta giratoria de asistentes, funcionarios y miembros de gabinete cuyas estelas a menudo brillan y luego se apagan rápidamente. Grandes personalidades como Steve Bannon, solucionadores como el primer jefe de gabinete, Reince Priebus, y perfiles serviles como Sean Spicer se fueron hace mucho tiempo.

Pero Hicks es una de los primeras entre iguales cuya lealtad a Trump es incuestionable, y su salida será particularmente dolorosa, según varios asesores. No muchas personas son irremplazables. Pero para Trump, Hicks probablemente sí lo será.

“No creo que sea posible exagerar el significado y la importancia de su rol dentro de la Casa Blanca. Es un miembro invaluable del equipo y una de los originales”, dijo un aliado de Trump.

La pérdida de Hicks se produce cuando otros pilares de la red de apoyo de la Oficina Oval del presidente ya han sido derribados o están tambaleándose.

Las carreras políticas de Jared Kushner e Ivanka Trump están vacilantes, debido a que la pérdida de la autorización de seguridad ultra secreta del yerno del presidente amenaza su papel como consigliere de la política exterior de Trump.

Anteriores almas gemelas como el exjefe de campaña Corey Lewandowski nunca llegaron a la Casa Blanca. Keith Schiller, exguardaespaldas de Trump, se fue el año pasado. El asesor de seguridad nacional Mike Flynn cayó en desgracia después de un par de semanas. Y el multimillonario amigo de Trump, Tom Barrack, no se apuntó para el servicio político, ni tampoco la leal 'portera' del presidente desde hace muchos años, Rhona Graff.

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Un leal a Trump que todavía está presente es el especialista en redes sociales Dan Scavino.

Todos los amigos del círculo interno de Trump seguirán estando disponibles para él en el exterior, para la lista diaria de llamadas del presidente para ventilar asuntos y solicitar asesoramiento.

Pero parece posible que pronto ninguno estará a su lado, y eso significa que la vida en la Oficina Oval ciertamente podría volverse muy solitaria para el presidente.

Los meses siguientes pueden ser difíciles para Trump

Todos los presidentes experimentan la soledad del cargo, la presión de las responsabilidades que deben soportar y los golpes y flechas de la vida en la jungla política de Washington.

Pero considerando la personalidad gregaria de Trump, su limitada capacidad de atención y su estatus de extraño en los corredores del poder, los próximos meses podrían ser especialmente difíciles.

Eso significa que la lealtad incondicional es especialmente importante.

Otra exdirectora de comunicaciones de la Casa Blanca, Jen Psaki, quien prestó sus servicios en el gobierno de Barack Obama, dijo que cuando personas como Hicks salen del Ala Oeste dejan un vacío emocional, tanto para el resto del personal como para el presidente; y describió a Hicks como la “domadora de la bestia salvaje”, refiriéndose a Trump.

Eso podría significar más tiempo solo en casa para Trump. Más episodios de tuiteo autodestructivo, comportamiento impredecible y estallidos por parte de un presidente que carece de una red en Washington, que gravita en torno a espacios seguros en sus centros turísticos cada fin de semana que le es posible y que, a menudo, parece pasar horas tuiteando en vivo viendo Fox News.

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A pesar de su lealtad al presidente, eventualmente, Hicks podría terminar siendo una de las personas atraídas a su presencia cuya reputación nunca se recupera del todo.

Existe una gran especulación sobre por qué decidió renunciar el miércoles, 24 horas después de su testimonio ante un panel de la Cámara de Representantes que investiga la supuesta colusión entre la campaña de Trump en 2016 y Rusia.

¿O tal vez ella fue presionada?

Según informes periodísticos, Trump había reprendido a Hicks el martes después de que ella admitió en la agotadora audiencia que a veces había tenido que decir “mentiras blancas” por su jefe. La Casa Blanca negó el informe.

Algunos expertos creen que su papel en la redacción de una declaración inexacta sobre una reunión entre Donald Trump Jr. e interlocutores rusos durante la campaña, a bordo del Air Force One, el año pasado, podría haberla conducido a un peligro legal personal.

Recientemente también estuvo involucrada en el manejo del escándalo sobre el excolaborador de la Casa Blanca Rob Porter, con quien estaba en una relación en ese momento, y quien fue acusado de abuso físico por dos exesposas.

Y su proximidad con el presidente significa que ella tiene un gran interés para el equipo de fiscales de alto poder de Mueller, una realidad que sin duda la obliga a soportar tensiones significativas.

El miércoles, Hicks dijo entre lágrimas al personal de comunicaciones de la Casa Blanca que era el momento justo para irse.

Es difícil para cualquiera que no haya trabajado en la Casa Blanca apreciar las horas extenuantes, el agotamiento y la presión que conlleva la vida en el Ala Oeste, sentimientos de agotamiento que Hicks seguramente debe estar sintiendo.

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Pero debido a sus nueve horas de testimonio el martes, a su posición en el centro de una intensiva emboscada por parte de los asesores especiales y otros eventos recientes, su explicación de que otras oportunidades eran atractivas es difícil de tragar.

Una sensación de desequilibrio

Las noticias de Hicks el miércoles fueron solo las últimas de una serie de exabruptos que han golpeado a la Casa Blanca, ya plagada de escándalos, en las últimas 48 horas, los cuales sugieren que la investigación de Mueller se acerca cada vez más al presidente.

El Washington Post informó el miércoles que el fiscal especial ahora estaba investigando el aparente esfuerzo del presidente por despedir al fiscal general Jeff Sessions, quien se retiró de la investigación el verano pasado.

El martes se reveló que Mueller también estaba revisando las transacciones comerciales de Trump en Rusia antes de su campaña presidencial.

Ambos enfoques podrían estar relacionados con cualquier intento del fiscal especial de descifrar si el presidente obstruyó la justicia al despedir al exjefe del FBI James Comey, con el fin de encubrir cualquier vínculo comprometedor con Rusia.

Esas bombas llegaron después de las noticias del martes de que las autorizaciones de alta seguridad top secret de Kushner le fueron retiradas por el jefe de personal John Kelly. Un informe del Post del mismo día dijo que varias naciones extranjeras habían discutido cómo la pesada carga de deuda de su familia y su propia inexperiencia podrían ser utilizadas para manipular a Kushner en su papel de gurú de política exterior de Trump.

La sensación de desequilibrio que rodeaba a la Casa Blanca se vio exacerbada por el último ataque de Trump contra Sessions el miércoles, sobre el manejo por parte del fiscal general de una investigación sobre supuestos abusos de vigilancia. Trump calificó la conducta de Sessions de “vergonzosa”.

Y la sensación de una presidencia a la deriva se vio reforzada por una sesión extraordinaria en la Casa Blanca dirigida por el presidente en la que pareció repudiar por completo las posiciones republicanas fundamentales sobre el control de armas.

En un punto pareció aceptar incluir una prohibición de armas de asalto en una legislación “integral” de control de armas, un comentario que provocó que la promotora de la idea, la senadora demócrata Dianne Feinstein de California, se frotara las manos con alegría.

El comentario de Trump de que tal vez las autoridades deberían “tomar primero las armas y luego ir a la corte” si se sospechaba una enfermedad mental en alguien repudió el dogma conservador.

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El candidato que se postuló para la presidencia advirtiendo que los demócratas querían poner fin a la Segunda Enmienda parecía haber adoptado al por mayor las posiciones de su predecesor, Barack Obama.

“Trump, el tomador de armas” fue el titular de Breitbart News, que resume la naturaleza surrealista de otro día de carencia de lógica en Washington.

Gloria Borger, Jim Acosta, Jeremy Diamond, Kaitlan Collins y Sam Feist de CNN contribuyeron a este informe.

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