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Trump busca que una buena economía supere sus escándalos

Una economía sólida debería traducirse en un índice más alto de aprobación para el presidente de EU, pero sus constantes controversias merman su imagen.
mié 12 septiembre 2018 05:00 AM
Donald Trump economía Estados Unidos aceptación
Éxito. Un analista de la Casa Blanca apareció ante los periodistas para contar la historia de una economía superexitosa y atribuirla al presidente en funciones.

WASHINGTON - Es posible que hayan sido los 22 minutos más normales de la presidencia de Donald Trump.

Un analista de cifras de la Casa Blanca armado con gráficos y pilas de datos apareció ante los periodistas para contar la historia de una economía superexitosa y atribuirla a las políticas del presidente en funciones.

Kevin Hassett, el animado presidente del Consejo de Asesores Económicos, tenía una gran historia que contar después de que la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Sanders, le pidiera que explicara “la racha de ganancias económicas de Estados Unidos”.

Él fue más allá del crecimiento estándar y las cifras de empleos para invocar un tremendo auge de Trump, entusiasmándose con la inversión de capital, el optimismo empresarial, los envíos de bienes de capital y el índice de gerentes de compras.

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“Sarah puede decirles que la he estado presionando para que me deje mostrar estas diapositivas durante bastante tiempo”, sonrió radiante.

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La historia sugiere que esas buenas noticias deberían traducirse en una racha de triunfos tanto políticos como económicos para el Partido Republicano, que se dirige a las fastidiosas elecciones de mitad de periodo e incluso en una vía fácil para una reelección sin preocupaciones para el propio presidente Donald Trump.

Sin embargo, algo no termina de cuadrar.

Un presidente que dice ser el responsable de la mejor economía en la historia de Estados Unidos está registrando un índice de aprobación históricamente bajo y que sigue empeorando. Una nueva encuesta de CNN/SSRS lo ubicó en 36%, una caída de seis puntos en un mes.

Los demócratas parecen tener mejores posibilidades de ganar la Cámara de Representantes y algunos expertos piensan que el Senado podría estar en juego.

El presidente no tiene dudas de que puede vencer los malos augurios.

“¡La economía es tan buena, tal vez la mejor en la historia de nuestro país (¡recuerden, ¡es la economía, estúpidos!), que los demócratas se agitan y mienten como LOCOS! Libros, artículos y ‘golpes’ televisivos falseados como ningún otro político ha tenido que soportar, y están perdiendo a lo grande”, tuiteó Trump el lunes desde su cuenta @realDonaldTrump.

Una cosa sería si la economía fuera lo único sobre lo que tuiteara el presidente. Pero el torbellino constante de desorden que a menudo genera ahoga sus argumentos sobre el empleo y el crecimiento, como quedó claro tan pronto como Sanders tomó el podio después de Hassett. La normalidad se evaporó, y la aspereza y la extrañeza de la historia cotidiana del gobierno Trump tomaron el control.

El problema de su reputación

Sanders se vio obligada a decir si el vicepresidente Mike Pence tomaría o no una prueba de detector de mentiras para demostrar su lealtad, una pregunta que sería extravagante en cualquier otra Casa Blanca.

Se le pidió a Sanders que explicara la amenaza de Trump de utilizar los instrumentos de investigación criminal de su gobierno contra el autor de un artículo de opinión anónimo del New York Times que criticó su liderazgo.

Y dijo que tendría que mantener a los reporteros “informados” sobre si Trump podría considerar demandar a Bob Woodward, cuyo devastador recuento interno de su Casa Blanca se publica este martes y que sostiene que el presidente está alejado de la realidad y ha provocado que sus más altos colaboradores intenten proteger a Estados Unidos del daño que él podría desatar.

Las preguntas subrayaron cómo la agitación en la Casa Blanca— la mayor parte de la cual es ocasionada directamente por Trump— ha conducido a una crisis de confianza y autoridad en el gobierno y está sofocando los intentos del Partido Republicano de resaltar los recortes fiscales y la desregulación como la raíz de la fortaleza económica.

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En ese momento, el revuelo socavó directamente los intentos de Sanders de proyectar el tipo de eficiencia hábilmente lubricada que según Trump caracteriza sus operaciones, al tiempo que ella presionaba por la confirmación del candidato a la Corte Suprema Brett Kavanaugh y redoblaba las advertencias de la Casa Blanca sobre el monstruoso huracán que se alinea en la zona de las Carolinas para producir un golpe directo a finales de esta semana.

Incluso el acto de sostener una sesión informativa pareció ser un intento de enfatizar la normalidad después de una semana salvaje de aseveraciones de disfunción administrativa, aunque forzó a los trabajadores de la Casa Blanca a sacudir el podio, en un recordatorio de cuán raramente se ha usado durante este verano.

A más largo plazo, el furor que enfrentó Sanders pone de relieve uno de los temas centrales de la campaña de mitad de periodo hasta el momento: que la economía rampante debería haber puesto a Trump en una posición mucho mejor que la que tiene actualmente.

También se desconoce del todo si sus arrebatos y su naturaleza errática están asustando a algunos votantes que, de otra manera, estarían dispuestos a darle el beneficio de la duda si estuvieran contentos con la economía.

El habitual ensombrecimiento de Trump de su propio mensaje óptimo también fue evidente cuando Hassett se vio obligado a admitir que el presidente no había dicho la verdad cuando tuiteó el lunes que la tasa del PIB es más alta que la tasa de desempleo por primera vez en 100 años.

“Lo que es cierto es que es la más alta en 10 años. Y en algún punto, alguien probablemente se lo transmitió, agregando un cero a eso, y no deberían haberlo hecho”, dijo Hassett.

El tuit puede parecer una cosa pequeña, dada la avalancha de afirmaciones incorrectas hechas por Trump. Pero muestra directamente una de sus mayores vulnerabilidades, las cuestiones de reputación que se ven exacerbadas por los constantes colapsos de la Casa Blanca.

“Apoya el argumento de: '¿es usted honesto y digno de confianza?'. Y no el de: 'cómo se está comportando la economía’. Sabemos que no ese es el terreno en el que se desea estar”, dijo Kristen Soltis Anderson, una encuestadora republicana y columnista del Washington Examiner a CNN.

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“Al enfatizar un hecho que no es un hecho, lo aleja de su mensaje económico”.

Caída en la encuesta

Las consecuencias para el presidente y los republicanos quedaron al descubierto por la última encuesta de CNN/SSRS publicada el lunes.

Es obvio que Trump todavía no ha recibido el crédito completo por las saludables cifras de empleo y crecimiento económico. La encuesta muestra que el 69% de los votantes describen la economía de la nación como buena. Pero solo el 49% dice que aprueba la forma en que Trump administra la economía.

Dentro de la caída más amplia en la aprobación de Trump, su calificación entre los independientes bajó de 47% a 31% desde agosto, el tipo de cifra que podría causar daños reales cuando los votantes vayan a las urnas.

El presidente también está recibiendo malos índices en otras áreas de desempeño.

Solo el 32% piensa que Trump es honesto y confiable, una proporción similar de votantes se enorgullece de tenerlo como presidente y solo el 30% piensa que unirá al país.

La caída en el índice de aprobación de Trump en la encuesta de CNN se refleja en otras recientes encuestas de opinión y, por lo tanto, debería preocupar a los republicanos que esperan que la fuerte economía pueda detener una carga demócrata en noviembre.

Eso se debe a que los datos muestran que los declives en el índice de aprobación de un presidente generalmente responden a una caída en el voto nacional para su partido en la Cámara de Representantes.

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Si ese patrón se mantiene, el índice de aprobación de Trump tendría que ascender de vuelta a un porcentaje mayor a 40% para que los republicanos tengan una posibilidad realista de evitar que los demócratas ganen los 23 escaños netos que necesitan para tomar la Cámara de Representantes. Para que el Partido Republicano tenga un 50% de posibilidades de mantener la Cámara, es probable que tenga que aumentar a alrededor de 45%.

La mejor esperanza para que Trump evite una situación de pesadilla de una Casa Demócrata que pueda paralizar a su gobierno, podría radicar en una apreciación nacional cada vez mayor de su liderazgo económico y una extraordinaria participación de su base de votantes leal.

Quizás habrá sido envalentonado por una historia del Washington Post del lunes que informa que los empleos obreros, típicamente prevalentes en las zonas que apoyan a Trump, se están expandiendo más rápidamente que los empleos en el sector servicios.

Pero en este momento, ese tipo de éxito parece estar eclipsado por la incapacidad del presidente de convertir a la economía en el tema dominante que emerja de su caótico gobierno.

Si quiere frustrar la historia en noviembre, eso tendrá que cambiar. Los mensajes optimistas de Hassett son un buen lugar para comenzar.

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