Estos casos pusieron en la tablita a la presidencia de Trump
CNN - Si el presidente estadounidense, Donald Trump, hubiera tenido éxito en iniciar acciones judiciales contra Hillary Clinton y James Comey, esto podría haber significado el final de su presidencia, como un caso claro de abuso de poder.
Eso nunca sucedió, aparentemente frustrado por el entonces abogado principal de la Casa Blanca, Don McGahn, y otros altos funcionarios. Pero eso no significa que esta sea una crisis eludida por Trump y que ahora está libre de nuevos peligros legales y políticos. Todo lo contrario.
Como mínimo, los últimos acontecimientos subrayan cómo los altos subordinados de Trump pudieron haber protegido a un presidente sin instrucción en normas constitucionales de tomar medidas desastrosas, que podrían haber puesto en peligro su presidencia.
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Y hace que los observadores externos se pregunten qué otros posibles desastres pueden haber prevenido altos funcionarios como McGahn, el ex fiscal general Jeff Sessions y el actual vicefiscal general Rod Rosenstein.
También plantean preguntas acerca de la capacidad de la Casa Blanca —que ahora carece de personal suficiente— y de los asesores legales para proteger al presidente de transgresiones actuales o futuras.
Será algo imposible confirmar, dado el silencio habitual de la oficina del fiscal especial, pero las revelaciones apuntan a la posibilidad de que Robert Mueller sepa mucho más sobre lo que sucedía en los corredores del Ala Oeste de lo que se ha revelado públicamente.
Eso contribuirá a aumentar las tensiones en Washington en medio de las expectativas de que el final de la investigación de Mueller está a la vista, la especulación sobre posibles acusaciones contra el entorno de Trump y el contenido de su informe final.
Los explosivos informes de CNN y The New York Times sobre las intenciones del presidente surgieron en otro día surrealista en Washington, que fue testigo de revelaciones impactantes sobre los correos electrónicos de Ivanka Trump y un enorme giro de política exterior sobre Arabia Saudita.
Estos reforzarán las percepciones de que Trump considera al Departamento de Justicia como un instrumento de su poder personal, en lugar de un departamento gubernamental aislado y responsable de la administración de una justicia neutral.
Trump había predicho sus intenciones
CNN informó el martes que el presidente, en múltiples ocasiones, preguntó a Rosenstein y Matt Whitaker, quien era entonces jefe de personal del fiscal general, cómo estaban avanzando en investigar a Clinton.
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Anteriormente, The New York Times informó que Trump le había pedido a McGahn que pidiera al Departamento de Justicia que procesara a Clinton y que despidiera al director del FBI, Comey, pero que había sido rechazado.
El periódico, que arroja luz sobre la extrema presión que enfrentan los altos funcionarios de la ley en el gobierno de Estados Unidos, también dijo que Trump había criticado repetidamente al director del FBI, Christopher Wray, por no haber investigado de una forma más agresiva a Clinton, llamándolo débil.
No es sorprendente que Trump pidiera tales procesos. Con frecuencia había dicho lo mismo en la campaña y en Twitter y se mostraba radiante cuando sus multitudes coreaban “enciérrenla”, refiriéndose a su contrincante en las elecciones de 2016.
Pero el hecho de que realmente creyera que tiene el poder de realizar sus exigencias y que tal acción sea políticamente aceptable es la conclusión más alarmante de los informes.
Una persecución a Clinton, posiblemente por su servidor de correo electrónico privado o por un acuerdo relativo al uranio de la era de Obama al que llegó con Rusia, mientras era secretaria de Estado, habría desafiado los fundamentos del propio sistema político.
La democracia estadounidense desde George Washington, el primer presidente, ha sido asegurada por la transferencia pacífica de poder entre rivales a menudo acérrimos. En una saga que se vio enmarañada en las elecciones de 2016, el FBI investigó el uso del correo electrónico de Clinton, pero se negó a recomendar cargos.
Movilizar los poderes fiscales del gobierno contra Comey representaría un golpe vengativo contra un enemigo político, un signo preocupante en sí mismo.
Pero también podría haber llevado a Trump a un terreno legal peligroso porque despidió a Comey y luego dijo a NBC News que lo había hecho debido a la investigación de Rusia, que Comey estaba dirigiendo, lo que generó preocupaciones de que el presidente había obstruido la justicia.
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El despido convirtió al exdirector del FBI en un testigo clave en la investigación, que fue tomada por Mueller poco después de que Comey fuera expulsado. Usar al gobierno federal para atacar a un testigo de este tipo podría servir en el caso de obstrucción de justicia que Mueller está investigando, ya que podría ofrecer pruebas de la cuestión de si el presidente había actuado con intención maliciosa.
Josh Campbell, quien se desempeñó como asesor de Comey en el FBI y ahora es analista de CNN, dijo que su exjefe estaba sorprendido ante los informes de que el presidente quería que el Departamento de Justicia lo investigara.
“Esto es lo que lo preocupaba entonces. Acerca de esto ha sido tan expresivo y ha hablado tanto “, dijo Campbell en Anderson Cooper 360.
Comey escribió en su libro A Higher Loyalty, que fue publicado a principios de este año, que Trump a menudo le recordaba a un jefe de la mafia y que lo transportaba a sus días enjuiciando a la mafia, especialmente con las exigencias del presidente de lealtad personal.
Renovado escrutinio de Whitaker
Las últimas revelaciones también arrojaron un nuevo escrutinio sobre Matt Whitaker, que ahora se desempeña como fiscal general, después de que Trump despidiera a Sessions.
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El ascenso de Whitaker y sus críticas previas a la investigación de Mueller provocaron inquietudes de que fue colocado en ese puesto para frustrar la investigación de Rusia.
Una fuente le dijo a Pamela Brown, de CNN, que Whitaker, en su rol anterior, asistió a reuniones con Trump, preparado para responder cómo estaba investigando el Departamento de Justicia a la Clinton Foundation y el tema de Uranium One, sobre una compañía minera cuya venta a la agencia de energía atómica de Rusia había sido aprobada por el gobierno de Obama mientras Clinton era secretaria de Estado.
La fuente dijo que Whitaker intentó apaciguar al presidente y que no había ninguna señal de que hubiera cruzado un límite.
Whitaker está ahora en un puesto en el que supervisa la investigación de Mueller y, por lo tanto, podría enfrentar una intensa presión de un presidente que no ha ocultado su desdén por una investigación que ha llamado una “cacería de brujas”.
Cuando Trump solicitó por primera vez las investigaciones en abril, McGahn dijo al presidente que no podía obligar al Departamento de Justicia a procesar a las personas, según el Times. El periódico también informó que McGahn había llegado hasta el punto de hacer que abogados de la Casa Blanca redactaran un memorando con las consecuencias de dicha solicitud.
En muchos sentidos, los últimos informes subrayan que Trump, un neófito en Washington cuando tomó posesión en enero de 2017, no aprecia ni respeta los límites normales entre la Casa Blanca y el Departamento de Justicia.
También sugieren que, si no es restringido, el presidente podría tropezar accidentalmente con una posición que contravenga la Constitución y ponga en peligro su presidencia.
Esa posibilidad parece estar exacerbada por la creciente confianza en sí mismo de Trump en una Casa Blanca que podría estar a punto de verse privada de muchas influencias restrictivas restantes en una reorganización del gobierno.
Los informes del martes recordaron un intercambio de palabras en un debate presidencial de Clinton y Trump en 2016, cuando la candidata demócrata observó que era bueno que alguien con el temperamento de su rival no estuviera dirigiendo el país.
“Porque estarías en la cárcel”, respondió Trump.