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Un joven venezolano queda ciego tras recibir el impacto de 52 balas de goma

Rufo Chacón perdió los ojos después de que fuera agredido por la Policía durante una protesta en San Cristóbal, en la zona andina Venezuela.
vie 19 julio 2019 05:04 AM
Ceguera
Los médicos solo puedieron retirar lo que quedaba de los ojos de Rufo Chacón.

(CNN)- Rufo Chacón dice que está empezando a olvidar los colores.

El adolescente perdió ambos ojos hace apenas dos semanas, en una protesta del 2 de julio en la ciudad andina de San Cristóbal, Venezuela. La protesta se puso sangrienta cuando la Policía empezó a disparar balas de goma.

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Los médicos que trataron de salvarle los ojos dijeron que había recibido el impacto de 52 balines de goma en el rostro y que 16 de ellos habían entrado directamente en sus ojos.

En un expediente policial, en el que se lleva registro de la investigación del accidente, se indica que las fuerzas de seguridad reprimieron por la fuerza a la multitud sin advertencia previa. Otros dos manifestantes menores de edad tuvieron lesiones en la cabeza, según el expediente. Uno de ellos es Adrián, el hermano menor de Chacón, de 14 años, quien recibió un toletazo en la cabeza. Ambos estaban con su madre, Adriana Parada, para protestar contra la escasez de gas en la región.

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Chacón se niega rotundamente a perder las esperanzas. "Quiero recuperar la vista", dijo a CNN con voz firme, midiendo cada palabra. "Tengo toda clase de sentimientos; quisiera llorar, pero ya no puedo. Lloré suficiente en el hospital", dijo.

Después de la protesta, las autoridades venezolanas anunciaron que presentó una denuncia contra dos agentes por "homicidio […] en grado de frustración, uso indebido de arma orgánica y trato cruel" en las protestas. Los agentes están en espera de juicio.

En la declaración de la fiscalía general se hace referencia específicamente al caso de Chacón, al igual que en un tuit del fiscal general, Tarek William Saab.

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El anuncio siguió al informe que publicó la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos , Michelle Bachelet, en el que se denuncian "los patrones de violaciones a todos los derechos humanos" a manos del Estado venezolano; el gobierno del presidente Nicolás Maduro refutó el informe porque lo considera sesgado.

Las regiones andinas del oeste de Venezuela son famosas desde hace tiempo por su resentimiento al régimen. Desde 2014, han sido escenario de algunos de los choques más violentos en el país.

"Todos los políticos son ladrones, todos", dijo Chacón. "Aquí, la ley ataca a la gente. Debería ser al revés, la ley debería proteger a la gente, pero aquí actúa en nuestra contra".

Los médicos del Hospital Central de San Cristóbal dijeron que solo pudieron extraer lo que quedaba de los ojos de Chacón. De acuerdo con los médicos, sigue en riesgo de infección porque quedaron pedazos de los balines de goma en su cara y en su cabeza, ya que están demasiado profundos y el cirujano no puede llegar a ellos.

Sin embargo, Chacón pasó solamente cuatro días en el hospital porque, según cuenta, los médicos decidieron que si se quedaba en este centro tan descuidado, aumentaría su riesgo de infección. Los hospitales públicos de Venezuela se han visto muy afectados por la crisis de los años recientes en el país . Muchas instituciones carecen de personal y recursos, así que no tienen los estándares de higiene básicos como agua o ventilación y los medicamentos son difíciles de conseguir.

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En su casa, en Tariba (un pequeño asentamiento rural en los montes de los alrededores de San Cristóbal), Chacón comparte una cama con su abuela. Su madre y sus dos hermanos menores duermen en la otra cama. Adriana Parada trabajó en el ayuntamiento de Tariba hasta el año pasado, cuando se unió a los más de cuatro millones de venezolanos que huyeron del país en busca de un empleo mejor pagado para mantener a su familia.

Tras pasar seis meses en Colombia, Parada regresó a Venezuela, a finales de junio, para la graduación de preparatoria de Rufo. Dice que ahora no sabe cómo va a cuidar de su hijo lesionado ni si podrá irse de nuevo.

En casa, Rufo lidia con las moscas que se apiñan alrededor de las heridas abiertas en donde solían estar sus ojos. No hay aire acondicionado en su casa y los apagones se han vuelto la norma. "Hay [apagones] tres, tal vez cuatro veces al día; a veces pasamos medio día sin electricidad", dijo Chacón.

Pese a las protestas, el gas sigue siendo escaso. Antes del colapso económico de Venezuela, casi todos los pobladores de Tariba cocinaban con tanques de gas que una empresa estatal rellenaba a un precio regulado. Pero ahora, pese a las vastas reservas de hidrocarburos del país, el gas es cada vez más difícil de conseguir. Quienes pueden pagarlo, lo compran en el mercado negro. Chacón dice que su familia no ha podido comprar gas para cocinar desde principios de abril.

Chacón cuenta que soñaba con ser ingeniero de software, pero que ahora ese sueño parece estar más lejos que nunca. "Terminé la preparatoria este año y quiero ir a la universidad a estudiar ingeniería de software", dijo. "Sin importar qué me pase, quiero ir a la universidad. De hecho, quería mudarme a Estados Unidos, conseguir una visa de alguna manera e ir a un país en el que la tecnología esté un poco más avanzada".

Después de que le dispararan, la situación de Chacón se hizo famosa en el mundo hispanoparlante. La misma noche de la protesta, el cantante puertorriqueño Don Omar publicó una foto de Rufo, lastimado y ensangrentado, en su cuenta de Instagram y culpó a los soldados de haber disparado demasiado bajo.

Han llegado ofertas para pagar por su tratamiento de todas partes del mundo, incluidos México, España y Estados Unidos. Una clínica de Colombia le ofreció un trasplante de párpados gratuito.

Adriana, su madre, abrió una cuenta de Instagram para recaudar dinero para ayudar a la familia. Pero como Venezuela tiene controles de divisas, la economía está aislada del resto del mundo y solo pueden recibir donativos desde dentro del empobrecido país.

El gesto de Don Omar fue particularmente importante para el adolescente, quien afirma que le encanta la música. "Antes del accidente, estaba medio escribiendo una canción en mi cabeza. No tengo la letra aquí, pero recuerdo que le puse 'La canción del alivio'; la estaba escribiendo porque siempre he tratado de ver a la sociedad civil de forma distinta", cuenta Chacón.

"Aquí, hay caos en todo nuestro alrededor. Pero mi mamá me enseñó otra cosa".

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