Los cuatro presuntos suicidios agregan un elemento emotivo más, especialmente porque, para muchos, las muertes son culpa del gobierno, de acuerdo con Yuen.
"La protesta tiene que ver con la vida y la muerte de Hong Kong", dijo. "Las protestas tienen que ver con continuar con los deseos de quienes 'dieron su vida'".
"Es sobre la forma en la que la gente confía en el sistema, sobre cómo pueden seguir teniendo confianza en el futuro de Hong Kong".
En una conferencia de prensa, a principios de julio, Lam dijo que le entristecía que los manifestantes se hicieran daño a consecuencia del proyecto de ley. Agregó que el gobierno le pidió a muchas organizaciones no gubernamentales que ofrecieran servicios de asesoría emocional "con la esperanza de aliviar las emociones negativas que azotan a la sociedad hongkonesa".
Un manifestante de 34 años, quien pidió el anonimato, dijo que se unió a las protestas tras ver los actos "brutales" de la Policía el 12 de junio y que la muerte del primer manifestante, el 15 de junio, le dio "fe y coraje".
"La muerte de [el manifestante] obligó a la gente a reconocer que el gobierno de nuestra ciudad ha cambiado", dijo. "Nuestra impresión de que al gobierno le importa la gente quedó destruida".
"Optamos por ignorar durante años que nuestra ciudad está cambiando poco a poco. Pero esta vez, no podemos".