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La brecha generacional que está detrás de las manifestaciones en Hong Kong

Los habitantes jóvenes de esta isla se enfrentan a los precios de vivienda más altos del mundo, un mercado laboral cada vez más competido y una calidad de vida mucho menor a la de sus padres.
mié 10 julio 2019 11:10 AM
Diferencias
Las personas mayores en Hong Kong critican que los jóvenes manifetantes "satanicen" a China y, en cambio, muestren su admiración a Reino Unido.

(CNN)- En un video muy difundido en Facebook , se puede ver a un joven en un restaurante hongkonés que se levanta de la mesa y mira furiosamente a sus familiares.

"Están criticando a mis amigos, dicen que somos radicales, dicen que somos tríadas criminales", dice en voz alta mientras un familiar de más edad le hace un ademán para que se siente. "¿Se atreven a decir que somos tríadas?".

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Es una rencilla generacional que se ha desarrollado en muchas familias de Hong Kong a lo largo del pasado mes, mientras la violencia y la agitación sacuden la ciudad. Los grupos de familias en WhatsApp se han transformado en discusiones políticas acaloradas. Amigos y familiares han chocado abiertamente en Facebook.

Las rencillas familiares comenzaron cuando el gobierno presentó una propuesta de ley polémica con la que se permitiría la extradición de Hong Kong a China y se intensificaron mientras las protestas más concurridas de la historia surcaban las calles de la ciudad a lo largo de junio. La furia creció el 1º de julio, cuando los manifestantes, en su mayoría jóvenes, irrumpieron y causaron destrozos en las oficinas centrales del gobierno .

Aunque una amplia gama de personas se opone o no sabe qué pensar sobre la propuesta de ley y respalda las exigencias democráticas de los manifestantes del 1º de julio en general, han surgido algunas brechas generacionales.

Los manifestantes más radicales que se oponen a la propuesta de ley suelen ser más jóvenes —millennials e incluso adolescentes—, mientras que la generación mayor tiende a estar del lado del gobierno.

De cierta forma, estas divisiones políticas intergeneracionales parecen conocidas. Se han visto brechas parecidas en el tema del brexit en Reino Unido y con la presidencia de Trump en Estados Unidos.

Como ocurre en esos países, el descontento en Hong Kong ha estado creciendo desde hace años, desde la Revolución de los Paraguas de 2014 en la que se pedía más democracia y tal vez desde antes.

La propuesta de ley de extradición fue la gota que derramó el vaso y dejó al descubierto —y ahonda— las brechas en la sociedad hongkonesa que van más allá de una simple propuesta de ley.

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La vivienda menos asequible del mundo

Los jóvenes hongkoneses pertenecen a una de las ciudades más caras del mundo, pero no pueden costear vivir en ella o, cuando menos, no con el mismo nivel de vida que creen que tuvo la generación de sus padres.

Hoy, Hong Kong es una ciudad en la que la carrera del éxito comienza al nacer. Los jardines de niños y escuelas primarias privadas más prestigiosas de la ciudad son tan competitivas que apenas a los tres años, los niños ya tienen currículos repletos de logros artísticos y musicales y asisten a clases de deportes. Los estudiantes de primaria y secundaria dedican hasta 55 horas a la semana a clases, lecciones adicionales o a estudiar, según un informe gubernamental de 2018 .

Las cosas no son más fáciles una vez que los estudiantes llegan a la universidad. Tomemos por ejemplo a Wilson Lau, de 28 años. Se graduó de la carrera de Estadística Cuantitativa en 2013 en la City University de Hong Kong.

En ese entonces, mientras pagaba su préstamo estudiantil, hacía malabares con un programa de licenciatura en Ciencias —que le parecía vital para el avance de su carrera— y un trabajo de tiempo completo. Muchos días salía del trabajo a las 9 o 10 de la noche y llegaba a estudiar para los exámenes.

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Ese primer empleo tenía un salario inicial de 13,000 dólares hongkoneses (unos 32,000 pesos), a diferencia del salario base de 6,335 dólares (unos 122,000 pesos) que pagan en Nueva York por un trabajo similar, según Glassdoor.

Pese a los salarios comparativamente más bajos de los recién graduados en Hong Kong, la renta aquí es más alta que en casi cualquiera otra parte del mundo, según Demographia, un despacho de análisis de políticas públicas. Como tenía deudas estudiantiles y un salario bajo, Lau pudo mudarse de casa de sus padres cuatro o cinco años después de haber empezado a trabajar.

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Conforme la población de la ciudad aumenta y se agotan los terrenos desarrollables, los precios de la vivienda se han disparado: el precio promedio de una casa en 2018 era de casi 21 veces el ingreso promedio anual por familia en Hong Kong. Esta ciudad tiene fama de ofrecer bienes raíces de lujo con precios exorbitantes. Una casa en The Peak, un barrio exclusivo, está anunciado en 448 millones de dólares.

Chan Ka-yan, administradora de una organización no lucrativa, de 28 años, compartía un departamento relativamente barato con dos personas más luego de graduarse y empezar a trabajar. Sin embargo, sus compañeros se fueron de Hong Kong y tuvo que encontrar otro lugar para vivir.

Terminó en un departamento subdividido, un departamentito dividido en habitaciones de alquiler aún más pequeñas. Durante nueve meses, vivió en una habitación de nueve metros cuadrados por 4,500 dólares hongkoneses al mes (unos 11,000 pesos). El aire acondicionado tenía una fuga de agua. En la habitación contigua, también de nueve metros cuadrados, había un recién nacido que lloraba constantemente.

Humo, pancartas y enfrentamientos policiales: así son las protestas en Hong Kong

Protestas Hong Kong-1

Protestas Hong Kong-1

Los manifestantes se enfrentan a la policía después lanzar gas lacrimógeno durante un mitin contra una controvertida propuesta de ley de extradición fuera de la sede del gobierno en Hong Kong, el 12 de junio de 2019. Violentos enfrentamientos estallaron en Hong Kong ese día, cuando la policía trató de detener a los manifestantes, mientras que decenas de miles de personas bloquearon arterias clave en una demostración de fuerza contra los planes del gobierno para permitir la extradición a China.
Foto: Anthony WALLACE / AFP
Protestas Hong Kong-2

Protestas Hong Kong-2

Los oficiales de policía están rodeados de gases lacrimógenos durante la manifestación.
Foto: ISAAC LAWRENCE / AFP
Protestas Hong Kong-3

Protestas Hong Kong-3

Un oficial de policía dispara gas lacrimógeno.
Foto: REUTERS / Athit Perawongmetha
Protestas Hong Kong-4

Protestas Hong Kong-4

Los manifestantes reclaman el fin de la violencia policial un día después de la primera manifestación, fuera del edificio del Consejo Legislativo en Hong Kong, el 13 de junio de 2019.
Foto: REUTERS / Jorge Silva
Protestas Hong Kong-5

Protestas Hong Kong-5

Las personas asisten a una nueva protesta el 13 de junio de 2019.
Foto: REUTERS / Jorge Silva
Protestas Hong Kong-6

Protestas Hong Kong-6

Los manifestantes exigen que se frene el proyecto de ley de extradición a China.
Foto: REUTERS / Jorge Silva
Protestas Hong Kong-7

Protestas Hong Kong-7

Los manifestantes ocupan caminos en el distrito del Almirantazgo, la noche después de la protesta multitudinaria, una de las más grandes de la historia reciente de Hong Kong.
Foto: Anthony WALLACE / AFP
Protestas hong Kong-8

Protestas hong Kong-8

Manifestantes limpian una calle que ocuparon en Hong Kong el 12 de junio de 2019.
Foto: HECTOR RETAMAL / AFP
Protestas Hong Kong-9

Protestas Hong Kong-9

Los mercados asiáticos cayeron nuevamente el 13 de junio y Hong Kong sufrió un segundo día consecutivo de grandes pérdidas, ya que los inversionistas se preocupan por el impacto de las protestas en el país.
Foto: Anthony WALLACE / AFP
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La reforma fue avalada con 258 votos a favor.
Foto: Cámara de Diputados

"Cuando viví ahí hubo muchos problemas", dijo. Sin embargo, su situación es "bastante común" entre los jóvenes hongkoneses. Chan se mudó de vuelta a casa de sus padres.

Para los jóvenes, comprar una casa parece casi imposible, ya que tan solo rentar un departamento es de por sí difícil. Mientras ven cómo los precios de la vivienda suben y no son capaces de seguir el ritmo con sus míseros salarios, ha surgido una sensación de estancamiento.

La atmósfera contrasta profundamente con la generación de sus padres, en la que la oportunidad y la movilidad social parecían prácticamente garantizadas.

La generación mayor "tenía esperanza"

La generación que creció entre las décadas de 1970 y 1990 pudo "cumplir sus sueños", de acuerdo con Edmund Cheng, subdirector del centro de investigaciones sobre políticas públicas de la Universidad Bautista de Hong Kong.

"Cuando hablamos del sueño hongkonés, es una iteración del sueño americano. Trabajar duro para obtener la recompensa", dijo Cheng.

Estos sueños podían alcanzarse concretamente, agregó. De acuerdo con Cheng, en la década de 1970, la gente podía comprar un departamento después de haber trabajado entre tres y cinco años, comprar un auto y pagar la hipoteca en 10 años porque los salarios estaban más alineados con los precios de las propiedades.

Tomemos el caso de Jimz, un residente de Hong Kong de 44 años que declinó dar su nombre completo. Él compró su primera casa a los 28 años, hazaña rara hoy en día. No tenía pareja ni compañero de departamento, ganaba unos 20,000 dólares hongkoneses al mes (unos 50,000 pesos) y compró el departamento por alrededor de un millón de dólares hongkoneses (unos 2.5 millones de pesos). Ahora, ese mismo espacio vale cinco veces más, cuenta.

"En ese entonces, si estabas decidido a comprar una casa, ya fuera subsidiada por el gobierno o en el sector privado, no era poco realista, a diferencia de hoy", dijo Jimz.

La generación mayor tenía algunas ventajas claras, de acuerdo con Cheng. Las escuelas públicas ofrecían educación accesible. La apertura de la economía de China, en 1978, generó empleos para los abogados, banqueros y expertos en industria de Hong Kong. La población era menor, la vivienda era más barata y los precios de cosas como las colegiaturas no eran tan exorbitantes como hoy.

Lo que debes saber de las protestas en Hong Kong y la ley de extradición

Sin embargo, con el correr de los años, China se volvió una superpotencia económica y dependía cada vez menos de los conocimientos de los hongkoneses. Más escuelas se privatizaron, así que la educación de élite se volvió un lujo para los acaudalados. La competencia laboral se volvió feroz. Cheng cuenta que, por ejemplo, para conseguir un empleo bien pagado en las finanzas o una cátedra en la universidad, los candidatos solo tienen oportunidad si estudiaron en universidades de prestigio de Estados Unidos o Reino Unido.

La generación mayor "tenía esperanza porque podía esperar que el ingreso aumentara con los años", dijo Cheng. Como había nuevas oportunidades y la economía florecía, era probable que los ascendieran y les aumentaran el sueldo más adelante. "Pero ahora, la generación más joven de Hong Kong básicamente no tiene esta clase de esperanza", agregó.

La brecha de la riqueza también se ha profundizado. Las familias de bajos recursos no pueden pagar escuelas privadas, maestros particulares ni universidades en el extranjero que den a los estudiantes una ventaja en el mercado laboral.

"La brecha de la pobreza se está ampliando cada vez más aunque el gobierno siga diciendo que están tratando de mejorar", dijo Venus Wong, de 27 años, quien trabaja en mercadotecnia y se unió a las protestas en junio.

"Ellos [el gobierno] emprenden políticas diferentes, pero no creo que ayuden mucho y el precio de la vivienda sigue subiendo".

Una cuestión de identidad

Los salarios estancados y el alto costo de la vivienda no son privativos de Hong Kong, pero aquí, la brecha generacional es más profunda que los factores económicos. Como ciudad semiautónoma, Hong Kong tiene una identidad dividida: es China y no lo es.

Cuando Reino Unido devolvió la soberanía de Hong Kong a China, en 1997, se acordó que la ciudad funcionaría bajo el modelo de "un país, dos sistemas" . Así, Hong Kong tiene su propio sistema judicial, su moneda y su Policía, así como diferencias históricas, culturales y de estilo de vida respecto a la China continental.

Estas diferencias han dado origen a una sensación de desconexión con China, particularmente entre los jóvenes. Hoy, la cantidad de personas que se consideran hongkonesas y no chinas alcanzó máximos históricos desde 1997, según el Programa de Opinión Pública de la Universidad de Hong Kong .

Hay quienes creen que esta desconexión es irreparable. Cuando los manifestantes irrumpieron en la asamblea legislativa, el 1º de julio, pintaron consignas en los muros, entre ellas "HK no es China".

Aunque algunos miembros de las generaciones mayores se consideran hongkoneses, muchos se identifican como chinos y consideran que China es su patria. Después de todo, los padres de muchos de ellos llegaron de China en la década de 1940, con la oleada de migrantes que huían de la guerra civil. Entre 1946 y 1956, la población de la ciudad se disparó de 1.55 millones a 2.677 millones, según un informe del Departamento del Censo y Estadística de Hong Kong.

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"Yo creo que Hong Kong es parte de China", dijo Tony Lau, de 58 años, quien trabaja en inversiones y desarrollo inmobiliario. "No puedes elegir tu destino. No puedes decir: 'Quiero ser estadounidense' o 'quiero ser británico'. Por la historia de Hong Kong, eres parte de China".

Lau también se siente más cerca de la China continental porque, en algunos sentidos, él y sus colegas le deben a China su éxito económico. "Cuando China se abrió, en 1978, llegaron las oportunidades a Hong Kong", dijo.

Conforme la economía china crecía y transformaba la imagen del país ante el mundo como potencia rica, los hongkoneses mayores se sentían orgullosos de la China continental, de acuerdo con Cheng.

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La dicotomía entre ser hongkonés y ser chino también abarca el conflicto entre los valores de ambas generaciones. Hong Kong ha protegido la libertad de expresión, de prensa y de reunión, cosas que los manifestantes defienden ferozmente y que consideran fundamental del ADN de Hong Kong.

En años recientes, se han aferrado a estos derechos más intensamente entre la desconfianza creciente ante el gobierno y la percepción de que China se está infiltrando en la autonomía de Hong Kong.

Estos temores se avivaron tras una serie de controversias, como la descalificación de varios legisladores prodemocracia en 2017 y ahora, con la propuesta de ley de extradición .

"Pensábamos que el sistema de la asamblea legislativa era nuestra última barrera protectora del dominio de Hong Kong", dijo Wong, la empleada de mercadotecnia de 27 años que se unió a las protestas. "Pero en estos años, como descalificaron a los legisladores, pareció que estábamos perdiendo nuestra última barrera. Y no tenemos forma de defendernos de China".

Los hongkoneses mayores suelen reaccionar de formas parecidas. Hay quienes tienen sentimientos encontrados respecto al discurso prodemocracia; hay quienes lo apoyan, pero reprueban los métodos de los manifestantes, y hay quienes creen que se está satanizando injustamente a China.

Tony Lau criticó que los jóvenes manifestantes usen tanto la bandera británica o la bandera colonial de Hong Kong como símbolo de la lucha por la democracia. Dijo que su generación vivió en el Hong Kong colonizado y argumentó que los jóvenes, en su ignorancia, tienen una idea romántica de que Reino Unido es el epítome de la democracia.

"La gente empezó a hablar de democracia hasta después de la entrega", dijo Lau. "En esos 155 años de colonización, ¿hablaron de sufragio universal? Era una administración totalmente colonial".

Los millennials como Wong o Wilson Lau están en desacuerdo. Después de todo, también nacieron antes de la entrega y fueron testigos de la transferencia de la soberanía.

La administración colonial "no fue un gobierno completo ni perfecto. Sin embargo, la diferencia entre Reino Unido y China es enorme", dijo Wilson Lau, quien agregó que gracias a su educación de la era colonial, aprendió la importancia de "la libertad, el derecho a expresarse, el libre albedrío".

Casi por definición, la revolución amenaza a la estabilidad. En Hong Kong, estas tensiones revelan otra diferencia profunda en los valores generacionales.

Los hongkoneses mayores suelen decir que los manifestantes pueden hacer lo que quieran siempre y cuando no infrinjan el derecho de los demás a hacer su vida cotidiana, límite que cruzaron desde hace mucho cuando ocuparon las calles y obstruyeron el tránsito y las entradas a las oficinas de hacienda e inmigración.

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Los jóvenes manifestantes entienden por qué los hongkoneses mayores resienten el caos; sin embargo, estas quejas suenan huecas para quienes creen que las dificultades sociales actuales no existían en los tiempos de sus padres.

"No culpamos a la generación mayor por ganar más que nosotros, pero la generación mayor sí nos culpa por buscar la democracia", dijo Wilson Lau. "Me parece muy injusto".

Una fecha límite inminente

El conflicto ha permeado la vida cotidiana de Hong Kong. Puedes oír a la gente hablando y discutiendo sobre ello en el transporte público, en las rutas de senderismo y en las redes sociales.

Entre tanta incertidumbre y división, una fecha límite concreta y clara es inminente. Hong Kong se reintegrará totalmente a la China continental en 2047, como se estableció en el tratado de entrega.

Algunos hongkoneses mayores como Tony Lau esperan con buen ánimo esta fecha y apuntan al rápido desarrollo económico de las megaciudades chinas como Shenzhen y Shanghái. Argumentan que la reintegración abriría oportunidades e impulsaría el crecimiento de Hong Kong.

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Algunos moderados e incluso algunos millennials coinciden. Una hongkonesa de 26 años, que pidió el anonimato por temor a perder su trabajo, simpatizó con los manifestantes, pero dijo que la integración con China "estaba grabada en piedra". "Lo puedes ver en la infraestructura que construyeron, en los puentes que nos unen al delta del [río] Perla, el tren de alta velocidad… toda esta infraestructura de transporte indica que va a pasar", dijo. "Probablemente haya llegado la hora de que Hong Kong se reconcilie con eso. Necesitamos seguir adelante".

No es que los jóvenes manifestantes no reconozcan esta fecha límite. Por el contrario, la realidad de la reintegración se siente tan inmediata que dicen que sus efectos ya son visibles… cosa que los asusta a nivel casi existencial.

"Nuestra generación siente que no tiene que esperar a 2047 para regresar a China porque, sistemáticamente, estamos cada vez más cerca de China", dijo Wong.

"Tememos volvernos parte de China, pero no queremos".

Natalie Leung y Maisy Mok, de CNN, contribuyeron con este reportaje.

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