Hay quienes creen que esta desconexión es irreparable. Cuando los manifestantes irrumpieron en la asamblea legislativa, el 1º de julio, pintaron consignas en los muros, entre ellas "HK no es China".
Aunque algunos miembros de las generaciones mayores se consideran hongkoneses, muchos se identifican como chinos y consideran que China es su patria. Después de todo, los padres de muchos de ellos llegaron de China en la década de 1940, con la oleada de migrantes que huían de la guerra civil. Entre 1946 y 1956, la población de la ciudad se disparó de 1.55 millones a 2.677 millones, según un informe del Departamento del Censo y Estadística de Hong Kong.
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"Yo creo que Hong Kong es parte de China", dijo Tony Lau, de 58 años, quien trabaja en inversiones y desarrollo inmobiliario. "No puedes elegir tu destino. No puedes decir: 'Quiero ser estadounidense' o 'quiero ser británico'. Por la historia de Hong Kong, eres parte de China".
Lau también se siente más cerca de la China continental porque, en algunos sentidos, él y sus colegas le deben a China su éxito económico. "Cuando China se abrió, en 1978, llegaron las oportunidades a Hong Kong", dijo.
Conforme la economía china crecía y transformaba la imagen del país ante el mundo como potencia rica, los hongkoneses mayores se sentían orgullosos de la China continental, de acuerdo con Cheng.
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La dicotomía entre ser hongkonés y ser chino también abarca el conflicto entre los valores de ambas generaciones. Hong Kong ha protegido la libertad de expresión, de prensa y de reunión, cosas que los manifestantes defienden ferozmente y que consideran fundamental del ADN de Hong Kong.
En años recientes, se han aferrado a estos derechos más intensamente entre la desconfianza creciente ante el gobierno y la percepción de que China se está infiltrando en la autonomía de Hong Kong.