"Fue necesario disparar", declaró a la televisión Globo el coronel Mauro Fliess, precisando que 31 personas se hallaban retenidas en se momento como rehenes en el bus y no 16 como se había indicado previamente.
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Al menos seis rehenes, cuatro mujeres y dos hombres, habían sido liberados previamente.
Según las primeras informaciones, el arma de fuego usada por el secuestrador era de juguete, pero portaba un cuchillo y un galón de gasolina con los que intimidaba a los pasajeros.
El hombre fue impactado cuando se puso en la puerta del autobús, profirió algunas palabras a los negociadores de la Policía e intentaba volver al interior del vehículo. En la acción del francotirador se escucharon tres disparos, de acuerdo con los medios que estaban en el lugar de los hechos.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, defendió la actuación de los francotiradores y recordó el caso del autobús '174', ocurrido en 2000, cuando una profesora que era rehén murió durante un secuestro similar en Río de Janeiro.
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"La orden superior era hacer cualquier cosa, menos disparar y no fue usado un 'sniper' (francotirador). El resultado fue la muerte de una profesora inocente y después el bandido murió dentro de la patrulla", comentó Bolsonaro en sus redes sociales en referencia a la muerte de la rehén hace 19 años por los disparos del secuestrador.