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Putin parece seguir los pasos de Xi, pero su posición no es tan segura

En 2018, el presidente chino emprendió una campaña acabar con los límites temporales de su poder, pero el líder ruso no tendrá un camino tan sencillo.
vie 17 enero 2020 02:17 PM
Vladimir Putin
Putin se enfrenta a las especulaciones respecto a cómo logrará su reacomodo más reciente.

James Griffiths

HONG KONG- Dos décadas después de haber llegado al poder, parece que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se perfila para quedarse por el futuro previsible . Pero mientras reorganizaba cuidadosamente el gobierno de su país para hacerlo, tal vez haya estado mirando con envidia al otro lado de los montes Altái, hacia China, en donde su aliado Xi Jinping logró hacerse con el poder con aparente facilidad.

Aunque es probable que l a campaña que Xi emprendió en 2018 para acabar con los límites temporales de la presidencia y a quitar todo obstáculo para servir de por vida haya requerido de politiqueos intensos al interior del Partido Comunista de China, se la presentó al país como algo irreversible. Desde entonces, el partido se ha unido aún más alrededor de Xi, intensificó la propaganda sobre él y le otorgó más títulos, entre ellos el de "líder del pueblo" que solamente Mao Zedong había ostentado

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Por otro lado, Putin se enfrenta a las especulaciones respecto a cómo logrará su reacomodo más reciente. En 2012 cambió de lugar con el entonces presidente, Dimitri Medvedev, con lo que Putin ganó ocho años más en la presidencia. Esto provocó grandes protestas callejeras y se espera que haya más después de las noticias más recientes. También se rumora que es posible que haya descontento en los niveles más altos de la política rusa, así como indignación entre las personalidades y los partidos de oposición que Rusia, a diferencia de China, sigue tolerando.

Como ambos hombres consolidaron su poder a lo largo de la década de 2010, Rusia y China se han acercado cada vez más , en parte gracias a la geopolítica pero también por la aparente relación personal sólida de sus líderes .

Putin ha recurrido a Xi como contrapeso ante las presiones de Estados Unidos y Europa, particularmente luego de la anexión de Crimea en 2014, mientras que a Xi le encanta contar con Rusia entre sus aliados mientras expande su influencia hacia el oeste a través de su megaproyecto insignia de infraestructura —el Cinturón y la Ruta de la Seda— y busca la forma de contrarrestar los efectos de la guerra comercial con Estados Unidos.

Además del Cinturón y la Ruta, Rusia también ha recibido con los brazos abiertos a Huawei, el gigante tecnológico chino en apuros, pese a que la empresa estuvo bajo la presión intensa del gobierno estadounidense por cuestiones de seguridad y estuvo a punto de quedar en la lista negra de varios de los aliados de Estados Unidos. La decisión de conceder a Huawei el contrato para construir la red 5G de Rusia coincide con el acercamiento del gobierno ruso a un internet hipercontrolado al estilo chino, con el que busca controlar las libertades en línea y la disidencia.

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En entrevista con la prensa rusa, en 2019, Xi dijo que Putin es "su mejor amigo, su amigo del alma" y agregó que atesoraba su "profunda amistad".

Pese a que el modelo de Xi podría resultarle atractivo a Putin —y ciertamente a la mayoría de los autócratas—, no carece de defectos. Como Xi sabe ahora, el poder absoluto conlleva responsabilidad absoluta y culpa absoluta .

Conforme se acumulaban los desafíos para China, el año pasado, empezaron a aparecer grietas en la fachada de Xi. El descontento con el gobierno en Hong Kong, la guerra comercial entre Estados Unidos y China que no cesa e incluso el aumento en el precio de la carne de cerdo han sido grandes pruebas para Xi y no las ha manejado particularmente bien. Hubo signos de que estaba consciente de ello y del posible descontento que estos problemas trajeron consigo. Cuando la República Popular de China conmemoró su 70º aniversario, en octubre pasado, la prensa estatal señaló que el evento era una oportunidad para que la gente "recuerde siempre las dificultades de la Nueva China y el proceso de la lucha ardua". El objetivo es inspirar "a toda la sociedad a cantar con energía la melodía principal de alabanza a la Nueva China y de la lucha por la nueva era", señaló la agencia Xinhua en un artículo de análisis.

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No obstante, la capacidad de Xi para controlar la disidencia supera por mucho a la de Putin. Desde que llegó a lo más alto del Partido Comunista, Xi ha endurecido la disciplina interna; recurrió a una campaña anticorrupción para eliminar a los elementos malos y, según sus detractores, persigue a contendientes potenciales. También tiene un aparato de propaganda colosal que lo apoya en momentos de necesidad y no tiene oposición fuera del Partido Comunista; es más, ni siquiera existe la posibilidad de que surja tal personaje mientras no se transforme radicalmente la forma de operar de China.

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Pese a toda la habilidad que tiene Putin en cuanto a imagen y propaganda política, no está al timón de un país tan poderoso ni tan centralizado como China. La democracia de Rusia es profundamente deficiente, pero las instituciones que contiene crean un espacio para criticar abiertamente a Putin y a sus políticas y para construir bases de poder desde las cuales se lo puede desafiar. Sigue habiendo prensa independiente en Rusia aunque opera bajo presiones intensas de parte del Estado e incluso los medios oficialistas están controlados menos estrictamente que en China.

Xi ya ha enfrentado desafíos que, en un sistema más débil o con un líder más débil, habrían descarrilado su tren hacia la acumulación de poder. Existen razones para pensar que puede enfrentar varios más gracias al control que tiene sobre el Partido Comunista y al control que este ejerce a su vez sobre todos los aspectos del gobierno y el discurso popular.

Es evidente que el reordenamiento reciente de Putin podría ser un intento por adquirir justamente la clase de poder que Xi tiene actualmente. Ha sido el líder máximo de Rusia desde hace 20 años y cualquier intento por echarlo requeriría un esfuerzo enorme y varios años de preparación. En ese lapso, Putin podría desarrollar un sistema de control inspirado en el de su aliado chino. Sin embargo, en este momento, aunque Putin anhele adoptar el modelo de Xi en Moscú, tiene que andarse con cuidado.

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