Al final de la reunión del 21 de febrero, nadie había comunicado ningún síntoma de gripe, según Nathalie Schnoebelen, una portavoz de la iglesia. En ese momento, el recuento de Francia de los casos confirmados de Covid-19 se mantenía en 12.
A finales de febrero, Widmer, el batería, comenzó a sentirse mal. Su mujer, sus tres hijos y su suegra también enfermaron.
El 3 de marzo, la OMS registró 91 nuevos casos de COVID-19 en Francia, elevando el total del país a 191. La iglesia, tras el descubrimiento de la mujer infectada y sus dos hijos, publicó en su página de Facebook que las personas que habían acudido a la reunión debían ponerse en contacto con un médico.
Widmer marcó el 15, el número en Francia para recibir atención médica de emergencia. No había suficientes kits de detección para que se le hiciera la prueba. Pero los médicos diagnosticaron que tenía el coronavirus y ordenaron que él y su familia se pusieran en cuarentena.
El virus también se propagó por la familia del fundador de la iglesia. Alrededor de una docena de sus miembros se están recuperando.
A unas pocas millas de distancia, al otro lado de la frontera, las autoridades alemanas observaban la situación con creciente alarma.
Habían recibido un informe del Instituto Robert Koch, una institución estatal alemana de salud pública, que añadió el este de Francia a su lista de cuatro zonas de riesgo de coronavirus en todo el mundo, junto con la provincia china de Hubei, Irán, Italia y la provincia de Gyeongsang en Corea del Sur, adyacente a la ciudad de Daegu, lugar del brote de la iglesia surcoreana.