Putin también anunció una serie de nuevas ayudas financieras a las familias y a las empresas, en particular para estas últimas mediante períodos de gracia fiscal con la esperanza de frenar el temido aumento del desempleo.
Por último, el presidente estimó que Rusia había logrado evitar lo peor de la pandemia, gracias a las medidas adoptadas desde el inicio de la crisis, al confinamiento y al periodo de desempleo forzado.
"La experiencia en otras partes del mundo ha demostrado que la sobrecarga de los sistemas sanitarios ha sido la causa principal de la elevada mortalidad", afirmó.
"Pero nosotros, lo repito, estamos listos ahora", agregó el presidente ruso, asegurando que el número de camas en hospitales adaptadas para pacientes de COVID-19 ha pasado de 29,000 a 130,000 desde marzo.
También insistió en que la política de tests masivos realizada en Rusia, que permite, según él, detectar los casos asintomáticos y más leves de la enfermedad de COVID-19, permite ocuparse rápidamente de los pacientes y aislarlos.
Esta táctica, con 5.6 millones de tests realizados hasta ahora, explica según las autoridades rusas la baja letalidad del coronavirus en Rusia. Putin prometió aumentar próximamente el número de tests realizados diariamente a 300,000 frente a los 170.000 actuales.
Sin esperar el discurso de Putin, las autoridades de Moscú y de su región anunciaron la semana pasada la prolongación del confinamiento e hicieron obligatorio el uso de mascarilla en los trasportes públicos y comercios.
San Petersburgo, la segunda ciudad del país, también siguió este ejemplo.
Otras regiones anunciaron la flexibilización del confinamiento a partir del martes, y autorizarán los paseos con menores y la reapertura de los salones de belleza.
En el vecindario ruso, Ucrania, Georgia y Kazajastán también iniciaron el lunes la supresión progresiva del confinamiento.