Tras un proceso gradual, iniciado el 22 de abril en 460 escuelas rurales pese a que según la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM) no estaban dadas las condiciones, en la última semana los centros públicos y privados de educación primaria, secundaria y técnica quedaron abiertos para recibir a unos 700,000 jóvenes, algo que tiene felices a las principales autoridades de la materia.
Decisiones "pensadas, coordinadas y planificadas", según explica a EFE el presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Robert Silva, permitieron completar este "articulado" proceso que llevaron a cabo junto al Poder Ejecutivo, el Ministerio de Salud Pública y el Sistema Nacional de Emergencias.
El retorno
Tras una vuelta que se dio en tandas y que comenzó por las zonas rurales "más alejadas" y en las que se encuentra "la población más vulnerable", Silva asegura que Uruguay tiene que acostumbrarse a saber y a convivir con que "el riesgo cero ya no existe".
Además, subraya la importancia del encuentro cara a cara entre educados y educadores, quienes para él nunca van a ser reemplazados.
"El vernos a los ojos, el tener un contacto fluido, el apretón de manos, el abrazo, la charla sincera en soledad quizás con el afecto que da la presencialidad es insustituible", apostilla.
Sin embargo, Silva sabe de los problemas que genera esta pandemia y deja algo muy claro: "Si hay que retroceder se va a hacer a paso firme".